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Año V - Edición 86 18 de mayo de 2006

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Derecho, desarrollo y sistema multilateral de comercio

  • Nota de Tapa

En el marco del Convenio sobre Derecho, Desarrollo y Comercio, que vincula al Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico de nuestra Facultad (CEIDIE) y a la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil, se organizó el Seminario "Derecho, desarrollo y sistema multilateral de comercio". Con el afán incansable de investigar y buscar nuevos discursos que puedan representar los intereses de nuestro país, el CEIDIE viene realizando periódicamente sucesivas jornadas que cumplen la doble función de compartir y aunar criterios con especialistas de otras latitudes y, a su vez, extender a la comunidad universitaria la discusión de temas de profunda actualidad y complejidad, como aquellos que hacen a la gama del comercio internacional.

Para la apertura de este seminario, se hizo presente el Vicedecano de la Facultad, Dr. Tulio Ortiz, quien reafirmó el compromiso que nuestra casa de estudios mantiene hacia el Centro Interdisciplinario, por su búsqueda desde la interdisciplinariedad y la ardua tarea de investigación. En ese sentido, felicitó a los organizadores del evento por intentar una ciencia unificada, que exige no sólo superar el problema del lenguaje, sino también, en este caso, repensar el gran paradigma del siglo XX que ha sido el mentado desarrollo.

En calidad de invitado especial y como representante de la Universidad de Santa Catarina, dirigió unas palabras introductorias el Dr. Welber Barral (miembro del Instituto de Relaciones Internacionales). Partió de la siguiente pregunta: ¿Cuál es el rol del derecho cuando hablamos de desarrollo? Ante todo, explicó que el concepto mismo de “desarrollo” cambió unas cuantas veces en los últimos años. Al principio se pensaba que desarrollo significaba crecimiento económico. A mediados de los años 50 se empezó a hablar de industrialización como sinónimo. Finalmente, desde la década del 70, se amplió el concepto de desarrollo hacia lo social, lo educativo, lo ambiental y lo humano. Así, el último en innovar en la cuestión terminológica fue el Premio Nóbel Amartya Sen, quien directamente asoció el desarrollo al logro pleno de libertad.

Posteriormente, el Dr. Barral aclaró que lo primero que se debe tener en cuenta al hacer análisis comparativos es que cada país es afectado por variables diferentes; “no se puede pensar en trasladar experiencias de un lugar al otro”. ¿Cómo se evalúa hoy el rol del comercio como promotor del desarrollo? —prosiguió. Algunos lo ven como un aspecto o bien positivo o bien negativo. Ahora bien, hay quienes, por otro lado, sostienen de manera más realista que el comercio no es el único factor influyente, sino que se necesitan de otros aspectos más importantes para llegar al desarrollo. Por ejemplo, el desarrollismo social hace hincapié en el capital social, y hay quienes llegan un poco más lejos y hablan de “desarrollo institucional”.

“Hay todo un debate hoy sobre cuál es el impacto de la apertura económica en el desarrollo; pero el problema es que este tema generalmente es abordado por economistas”, señaló nuestro invitado, quien instó a los juristas a ocuparse de cuál es el impacto de las reglas en todo esto. Desde esta óptica, en las últimas Rondas de Doha se ha llegado a algunas conclusiones: primero, la poca flexibilidad de las normas multilaterales, que no dejan margen de acción a los países en desarrollo;  y segundo, hay un problema en cómo definir lo que significa un país “en desarrollo”. Mas aún, explicó Barral, lo que se dice hoy es que estas reglas resultan insuficientes para el desarrollo mundial e incluso para mantener la participación de los países en desarrollo en el comercio internacional. “La eficacia del trato diferencial o excepcional a los países en desarrollo es ninguna” —sentenció crítico.

Para finalizar su intervención, Barral propuso romper con las falsas ideas de que la liberalización comercial siempre tiene efectos positivos o que el proteccionismo puede ser la solución. “El sistema multilateral de comercio ha servido hasta ahora para reunir y unificar las normas a nivel internacional; sin embargo, todavía no ha podido —y se duda que pueda hacerlo—, modificar las características institucionales e históricas de cada país” —concluyó diciendo.

Acompañó la apertura el Dr. Carlos Correa, Director del CEIDIE, quien rápidamente coincidió con el Dr. Barral en que más comercio no necesariamente significa más desarrollo: “Esta visión simplista oscurece varios matices importantes”. Con este tono precautorio, Correa pidió tener cuidado con los acuerdos bilaterales que proliferan por el mundo, porque pueden poner en riesgo la industria de los países. La tesis sostenida en este caso es que si bien puede sostenerse —y aún demostrarse— que el comercio genera crecimiento, no necesariamente se verifica que cause una distribución positiva. De esta manera, por ejemplo, muchas veces la competencia comercial genera una baja en los salarios de los países con fuerte intercambio comercial.

Entonces se preguntó el Dr. Correa: “¿Cuáles son las ventajas que pueden obtener los países a través de los sistemas multilaterales o bilaterales?”. Cuestionando algún tipo de respuesta apresurada, comentó que hay especialistas norteamericanos que ya están comenzando a cuestionarse hasta qué punto la economía estadounidense tendrá capacidad para absorber tantas importaciones del exterior. “Lo que se ha visto hasta ahora es que las ventajas son efímeras; no hay garantía de permanencia o sustentabilidad” —agregó.

Otra falacia es pensar que la liberalización aumenta la competencia, sostuvo Correa. Varias experiencias han demostrado que esto no es necesariamente así, porque al ser desigual el punto de partida, tienden a predominar y a fomentarse los carteles monopólicos.

Todavía más allá, nuestro especialista advirtió que casi nunca se tienen en cuenta las asimetrías institucionales. “Para muchos países en desarrollo es casi imposible pensar en un principio de gestión, ni que hablar de negociación multilateral” —argumentó Correa. Esto se puede visualizar en las capacidades sancionatorias: la misma sanción causa distintos efectos según se trate de un país u otro.

“No se trata de adoptar una posición anti-comercio, sino que se trata de aceptar que el comercio no es una panacea”, afirmó de manera realista nuestro profesor, quien esgrimió como objeto fundamental de estos seminarios el de trabajar para que se mantengan los espacios de discusión multilateral, pero también para aprender a ser más propositivos, más inteligentes y más cautelosos a la hora de discutir las propias políticas comerciales.