Conversaciones a 25 años de la reforma constitucional
En el Salón Rojo, el 25 de noviembre se realizó la actividad "Conversaciones a 25 años de la reforma constitucional", organizada por la Cátedra libre Democracia y Estado de Derecho Dr. Raúl Alfonsín.
En primer lugar, se realizó un panel de profesoras y profesores de Derecho Constitucional, en cuyo marco expusieron Beatriz Alice, Susana Cayuso, Alberto R. Dalla Via, Raúl Gustavo Ferreyra, Roberto Gargarella, Daniel Sabsay y Juan Vicente Sola.
Tras la presentación de Raúl Mariano Alfonsín, coordinador de la Cátedra libre, intervinoBeatriz Alice. En primer lugar, señaló que la reforma preservó y acrecentó la dogmática constitucional: “La preservó porque la ley declarativa de necesidad de reforma en su artículo 7 impedía la modificación. Y la agrandó, la extendió, la potenció a través de algunos contenidos importantes, por ejemplo, por qué agranda la dogmática constitucional”.
Luego destacó la incorporación de nuevos derechos y garantías a la primera parte. “El artículo 36 que es la cabeza de este nuevo capítulo consagra el sistema democrático y esto fue fundamental, no solo por el momento a raíz de los golpes de Estado, de los gobiernos de facto, de las personas que ocupaban cargos que correspondían a autoridades de iure, sino también porque considera de igual situación los actos de corrupción que conlleven enriquecimiento”. Y agregó que “la constitución del 53 no tiene la palabra democracia. En el 57 cuando se reforma la constitución ingresa cómo calificando a la organización sindical como libre y democrática. Entonces acá vemos que es importante este contenido”.
Por su parte, Susana Cayuso reconoció que su mayor preocupación es la vigencia plena de esa constitución. “Si repasamos los objetivos que se planteó la reforma de 1994: mayor participación, mayor control, mayor independencia del Poder Judicial, fortalecimiento del sistema federal, atenuación del presidencialismo y podríamos señalar otros, mi pregunta es si hemos logrado algo de esto. Si hemos desarrollado progresivamente pasos para lograr estos fines, yo entiendo que no”.
Por otro lado, aclaró que “miro la constitución desde el conflicto. El conflicto para mí significa esa tensión permanente que tiene el texto constitucional en este juego que recién nos contaba y nos sintetizaba Beatriz. Y cuando verifico esa tensión me pregunto por el desafío que implica para el operador jurídico constitucional buscar la respuesta, utilizar la herramienta para tratar de satisfacer progresiva y medianamente, aquellos fines, aquellos objetivos y sobre todo, la calidad de vida de cada una delas personas que integra el sistema”, sostuvo.
En tanto, Alberto R. Dalla Via señaló que “la reforma de 1994 es la más grande y completa de nuestra historia, hecha en democracia, por un acuerdo político, una reforma constitucional es esencialmente un acuerdo político, muchas de esas cuestiones surgen de allí. Yo creo que tenemos más culpas en el cumplimiento de la constitución que en la constitución misma”. En ese sentido, expresó que la reforma de 1994 fue una muy importante reforma política: “Una reforma política muy grande y es importante resaltarlo porque es muy difícil hacer una reforma política y electoral. La mayoría de los países de la región la hicieron cuando salieron de las dictaduras militares, en los tránsitos hacia la tercera ola, ahí se pueden hacer reformas de fondo, pero luego es muy difícil encontrar las mayorías y la reforma del 94 la tuvo”.
Además, afirmó que “tengo varias razones para ser optimista y para pensar que tenemos posibilidad de ver el vaso medio lleno y no el vaso medio vacío. Con esas características en la disposición transitoria segunda cuando reglamenta el sufragio pone las cuotas de género. Hoy estamos hablando de paridad de género, hemos avanzado. Porque si alguna línea tuvo en cuanto a los derechos políticos y electorales fue aumentar la participación política”.
A su turno, Raúl Gustavo Ferreyra subrayó que “la reforma constitucional de 1994 fue un acuerdo político, el más intenso probablemente que se produjo en toda la historia de la Argentina, y el que menor índice de judiciabilidad tuvo o de disquisiciones porque en realidad es una constitución que en alguna medida con optimismo, con pesimismo todos y todas la hemos aceptado”.
Aseveró que la reforma modificó solo la parte dogmática y orgánica de la constitución. “En materia dogmática está prácticamente todo resuelto. A quién o a quiénes se les haya ocurrido la ingeniería del 75 inciso 22, basta recorrer el derecho comparado latinoamericano para darse cuenta que es la mejor”, indicó y agregó que “el problema es lo relacionado con el poder. La constitución de 1994 no atenuó sino que acentuó las potestades del presidente de la república”.
Roberto Gargarella aseguró que“la constitución impacta y es en parte responsable de los problemas que tenemos, no desde la idea omnipotente del derecho de que un cambio en un artículo constitucional puede cambiar el mundo, pero sí que hay diseños mejores y peores”.
En esa misma línea argumental, distinguió un primer inconveniente asociado a la relación entre el pasado y el presente, cómo los nuevos institutos se relacionan con el pasado. El segundo lo vinculó con la integración de concepciones teóricas e ideológicas diferentes. “Ese es un problema que ya estaba presente en la constitución del 53. Para mí es el gran error de Alberdi y es el gran error del constitucionalismo latinoamericano: la estrategia de acumulación”.
Por último, reflexionó sobre cómo alinear la sección de los derechos y la sección de la organización del poder. “Una constitución de fines del XVIII mediados del siglo XIX en la parte de organización del poder y una constitución que es siglo XXI en materia de derechos. Entonces la constitución queda con dos almas, eso no es una desprolijidad, una parte de la constitución empieza a funcionar contra la otra”, enfatizó.
Daniel Sabsay consideró que el proceso de reforma constitucional de 1994 es de las reformas más legítimas de la historia argentina: “Si pensamos que fueron 19 partidos políticos que llevaron sus representantes, que Fernández Meijide discutía con Rico, realmente fue una primavera que no vimos nunca en la historia argentina. Esto lo debemos reconocer. Fue legitimado por todos y una capacidad de concertar que creo que no existió en ningún momento de la historia”.
A continuación hizo algunas observaciones sobre la reforma propiamente dicha. “La sala de máquinas fue muy mal pergeñada, no creo que haya sido por una cuestión de ingenuidad, creo que se llegó a eso que logró exactamente lo contrario a lo que se proponía. Primero por cómo se elaboraron las facultades legislativas del presidente que ya como término es perverso, pero bajo una suerte de retórica de prohibición para abrir la puerta a que el presidente en definitiva pudiera hacer uso de esas tres herramientas cuando quisiera y simplemente invocando las circunstancias excepcionales sin que nadie lo pueda parar”, expresó. Y sumó que “no se ha podido diseñar en la constitución una verdadera vaya de contención que despolitizara y despartirizada al modo de conformación y de remoción de jueces en un sistema democrático”.
Finalmente, Juan Vicente Sola aseveró que “las reformas constitucionales son irrelevantes salvo normas imperativas, por ejemplo, la elección presidencial, plazos o formas de elección. Las demás normas son en realidad fundamento para grandes cambios que ocurrirán o en forma legislativa, pero particularmente, a través de una decisión judicial”. Y agregó que “el caso de la constitución de 1994, lo que fue aplicado bien o mal, se hizo en gran medida por decisión judicial y en alguna medida por decisión legislativa. Creo que en esto vamos en camino a la regulación a través del litigio que es una forma de encastre”.
Por otro lado, destacó los avances en materia de derechos humanos que conllevó la reforma. “Creo que son cambios culturales que van mucho más allá de lo que inclusive abraza el texto. Lo más importante de la reforma del 94 es que incluyó tratados que tienen órganos de aplicación: la Comisión Interamericana y el Comité contra la Tortura”.
Seguidamente, se llevó adelante el panel "La reforma y la democracia", integrado por Graciela Fernández Meijide, Alberto García Lema y Jesús Rodríguez.
Tras la presentación de Marcelo Alegre, coordinador de la Cátedra libre, aintervino Jesús Rodríguez. “El presidente Alfonsín en el mes de marzo de 1986 formuló al Consejo de Consolidación de la Democracia, donde requería que, sin tocar la parte doctrinaria, se avanzara con la búsqueda y el perfeccionamiento de la parte organiza, sin cambios ni extensión ni condición del mandato”, reconoció y sostuvo que “la constitución del 53 creaba un presidencialismo bastante intenso que tenía como contraparte un Poder Legislativo débil que instalaba una asimetría en esos pesos y contrapesos que la lógica teórica traía y al mismo tiempo esa constitución tenía de la mano un menguado poder de control”.
Luego explicó el contexto político que derivó en el proceso de reforma: “En las elecciones de renovación parlamentaria y de gobernadores del año 87 los argentinos consagran al Dr. Cafiero, presidente del Consejo Nacional del Partido Justicialista, como gobernador de la provincia de Buenos Aires”. “Esa realidad política hace que en términos de sus pronunciamientos públicos el Dr. Cafiero adelante que aspira a una reforma integral y consensuada de la Constitución. Como resultado de ese nuevo escenario político la Argentina vivió un período muy fértil en término de acuerdos sustantivos entre los partidos políticos”, aseveró.
Alberto García Lema retomó la idea del acuerdo político detrás de la reforma. “Como desde un acuerdo relativamente vinculado a dos partidos, cuando había un sistema bipartidista, se fue progresivamente ampliando en consensos crecientes por lo menos hasta alcanzar a todas las fuerzas políticas integrantes de la Convención Constituyente que estaban vinculadas en algún lado a la extrema derecha militar, a los resabios del proceso, y por otro lado, fuerzas progresistas y todas las variantes de las fuerzas del centro”, concluyó.
En ese sentido, reconoció que “la reforma de 1994 fue exitosa y la podemos ver en nuestros días. (…) Solamente hay que mirar la región y dónde estamos nosotros. Estamos en situaciones muy difíciles pero tenemos consolidados el sistema democrático en una época de una gran grieta, hemos celebrado elecciones, alguien ha ganado, alguien ha perdido, pero en definitiva, tenemos un Congreso plural que debatirá las leyes que vayan allí y esas leyes serán mejores o peores en función del trabajo que se haga”.
Finalmente, Graciela Fernández Meijide describió el proceso de conformación del FREPASO y la reforma constitucional: “Lo primero que nos planteábamos es cómo convencemos a la gente que es importante el Consejo de la Magistratura y era chino básico. No teníamos, hasta que nos pusimos a estudiarlo, la visión de partido. A partir de ahí tuvimos que empezar a desmenuzar los trece puntos del acuerdo que era indestructible porque si lo desmenuzábamos aparecía el centro de interés que era la reelección. Y a ver cómo hacíamos nosotros nuestra propia campaña”.
En ese contexto, comentó que “empezamos a pensar en la creación de un partido más amplio porque lo que se nos venía era disputar la presidencia, teníamos que dar cuenta de los millones de votos que habíamos sacado y de ahí salió el FREPASO”. Y agregó que “se imaginó, muy pretenciosamente, como la síntesis moderna con agenda moderna de lo que era el afecto y el apego institucional del radicalismo con quienes votábamos muy seguido igual en el Congreso y al mismo tiempo la sensibilidad social del justicialismo”.