Conferencia - “Pertenencia social de la educación superior pública”
El Dr. Ángel Díaz Barriga, prestigioso y reconocido pedagogo y académico mexicano en el área de las Ciencias de la Educación, visitó nuestra Facultad el 27 de mayo para disertar sobre “Pertenencia social a la educación superior pública”, exposición que se realizó en el marco del Ciclo de Conferencias sobre Educación Superior.
El evento fue presidido por el Rector de la Universidad de Buenos Aires, Dr. Rubén Hallú, quien estuvo acompañado por el Decano de la Facultad de Derecho, Dr. Atilio A. Alterini; la Secretaria Académica de la Universidad, Dra. Edith Litwin y el Secretario General de la Asociación de Docentes de la UBA, Dr. Daniel Ricci.
El Dr. Daniel Ricci señaló que la conferencia serviría para brindar una experiencia acerca de una Universidad como la UNAM, que tiene tantos puntos de contacto con la UBA. Seguidamente, reconoció que, más allá de los problemas sufridos, con la gestión del Dr. Hallú se empieza a ver una recomposición de las políticas académicas dentro de nuestra Universidad.
Finalmente, consideró fundamental la construcción de un nuevo modelo de Universidad pública que garantice la calidad para todos los profesionales y que los forme comprometidos con un sistema de desarrollo productivo que permita que la riqueza creada sea más equitativamente distribuida en nuestro país.
Por su parte, la Dra. Edith Litwin tuvo a su cargo la realización del elogio académico del invitado de honor. Luego expresó que la voz del homenajeado en sus publicaciones permitió a los docentes argentinos, después de la dictadura, reconocer ideas críticas, dejar de lado corrientes prescriptivas, aprender la reflexión en el campo de la enseñanza, en definitiva, “volver a la educación después de esos tristes años”.
A continuación, el Dr. Rubén Hallú entregó un presente protocolar al Prof. Díaz Barriga. Posteriormente, indicó que la conferencia es uno de los elementos que integran la tarea tendiente a mejorar el área académica en toda la Universidad, trabajando en conjunto con los docentes para mejorar en la transmisión de conocimientos y la formación de profesionales dentro de la formación integral que la institución tiene que brindar. Asimismo, alentó al esfuerzo de la comunidad universitaria para contribuir a tener un país mejor, más solidario, más justo para todos los habitantes de la Argentina; en tanto las Universidades públicas son elementos esenciales para el desarrollo de un país. “Esperamos poder estar a la altura de las circunstancias”, finalizó.
Posteriormente, el Dr. Ángel Díaz Barriga sostuvo que el problema subyacente radica en el modo de pensar la Universidad de cara a las exigencias que trae la sociedad en el siglo XXI y en el modo de reconstruir su identidad. “La Universidad es una institución centenaria vinculada a las formas de generación y preservación de la cultura, pero es también su tarea transmitir a las nuevas generaciones una nueva manera de ver el conocimiento” -indicó. Por otra parte, entendió el concepto de sociedad de conocimiento como la exigencia para la Universidad de estar en los temas de frontera de sus disciplinas, respetando la pluralidad de razonamientos, al tiempo que sostuvo que actualmente, el vocablo Universidad refiere a instituciones heterogéneas que reflejan diversos proyectos. “Son instituciones tensadas, obligadas a adquirir elementos de modernización por una presión que proviene, en primer lugar, de los estudiantes, pero también de la internacionalización de la Educación Superior”. Asimismo, afirmó que los grandes modelos de Universidad están en crisis como nunca. En este orden de ideas, explicó el modelo estadounidense y consideró que se ve extendido a Europa. Aquél, en efecto, se generó a fines del siglo XIX como una manera de vincular la Universidad con la producción. “De esta manera -agregó- mientras la empresa financia las tareas de investigación, los académicos deberán estar atentos a las señales del mercado, pues son las que les indicarán qué le debe ofrecer al mundo empresarial para poder obtener parte de su financiamiento; esta experiencia nunca se dio en Latinoamérica”. A continuación, se refirió a la “era de políticas de calidad”, la cual se da en un contexto específico caracterizado por tres elementos: crecimiento exponencial -en el sentido de no previsto ni satisfactorio de las necesidades regionales- de matrícula, profesores e instituciones de educación superior; crisis financieras de los Estados, por las cuales no pudieron -o no quisieron- seguir dotando a las Universidades de los recursos mínimos necesarios para su funcionamiento; ascenso del pensamiento de libre mercado como gran ordenador social, con disminución de la inversión del Estado, que comienza a ver los aportes a la educación superior como una carga. En lo concerniente a la aplicación de tales políticas, aseguró que, más allá de las recomendaciones de las instituciones financieras internacionales, ha habido una corresponsabilidad nacional en la realización de aquel tipo de acciones.
Argumentó seguidamente a favor de la necesidad de redefinir nuestro proyecto educativo, para lo cual debemos mostrar el impacto negativo de lo que se está actualmente desarrollando.
En cuanto al compromiso social, sostuvo que es un tema relegado por las políticas de Estado, y que “quienes podemos tener acceso a la educación superior, somos elementos privilegiados de la sociedad, por lo que tenemos un compromiso frente a los que no lo tienen, pero financian el nuestro a través de los impuestos”. En idéntica tesitura, opinó que entender la desigualdad social significa que pensemos en tecnologías para la pequeña empresa. “Ello -añadió- implica mejorar docencia e investigación siempre que tomemos calidad como cualidad y no como meros indicadores; ofrecer programas y condiciones de aprendizaje para adquirir conocimientos, desarrollar competencias”. Finalmente, afirmó que tan variadas demandas requieren una respuesta sencilla, atención racional, encontrar mecanismos para ofrecer la más amplia matrícula posible, garantizar una oferta académica atractiva y de alto nivel que responda a necesidades sociales y regionales, ambiente de aprendizaje, mecanismos que permitan al egresado contar con herramientas intelectuales para el desarrollo profesional.