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Año XVI - Edición 286 15 de junio de 2017

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Holocausto: el testimonio de un sobreviviente

Charla con Jorge Klainman

  • Nota de Tapa

Con una gran asistencia, el Centro de Derechos Humanos y la Cátedra libre “Holocausto, Genocidio y Lucha contra la Discriminación” organizaron el 5 de junio una charla con Jorge Klainman sobre “Holocausto: el testimonio de un sobreviviente”. Klainman resistió tres años y medio en cinco campos de concentración nazis y durante cincuenta años guardó silencio sobre su historia. Hace veinte años, tomó la decisión de escribir el libro Séptimo Milagro, la increíble historia de un sobreviviente en donde relata la experiencia extrema que vivió. Dicha obra fue traducida a varios idiomas y presentada en numerosas universidades del mundo. Participaron del panel la decana Mónica Pinto y los profesores Daniel Sabsay y Susana Albanese.

En primer lugar, la decana Mónica Pinto indicó: “Para la Facultad que a mí me toca representar hoy es un gran honor tener esta tarde con nosotros al Jorge Klainman y tenerlo aquí para que comparta su visión importante y testimonial de lo que fue su vida durante el Holocausto”. Por otra parte, resaltó que en la Facultad se enseña la materia Derechos Humanos y Garantías “con la idea de que una formación en derecho con óptica de derechos humanos tiene que permitir que todos los que nos desempeñamos en el campo del derecho como abogados, como jueces, como fiscales, defensores y también como educadores e investigadores, no nos apartemos de esa óptica que indica el respeto de la libertad y de la igualdad de todas las personas en condiciones de igualdad y sin discriminación”.

Con relación al Holocausto, manifestó: “Conocer la Shoá y poder dimensionarla es una tarea titánica. Nosotros entendemos que quienes sobrevivieron a la Shoá se hayan impuesto un período de silencio importante en sus vidas para tratar de reconstruirlas, para tratar de volver a ser personas como lo eran antes de la Shoá en mundos distintos, con familias diezmadas”. En el mismo marco, agregó que “nosotros sabemos también que la palabra tiene un valor importante. Todas las religiones del mundo reposan en la palabra y en la repetición de determinados conceptos; repetición que consideran importantes para que los pueblos no olviden. Creo que esto es lo que Jorge Klainman viene a contar hoy: porqué después de un período de silencio decidió usar la palabra”.

Acto seguido, Daniel Sabsay expresó, con relación al libro Séptimo Milagro, la increíble historia de un sobreviviente, que de él “se deprenden algunos elementos que me parecen extraordinarios. Aunque les parezca mentira, es el único libro que he leído sobre la Shoá donde se respira vida”. En la misma línea, enfatizó que Klainman “es un hombre que aún en los momentos más tremendos que tuvo que atravesar se le nota la fuerza de un león” y que “no se ha permitido tener odio, aun contra quienes le hicieron lo que le hicieron”. Añadió también que “la historia más sobrecogedora del libro es cuando se refiere a la memoria de su hermano, el único hermano que seguía vivo y por el cual él seguía viviendo en el campo de concentración”.

Más tarde, Susana Albanese presentó la obra de Jorge Klainman, Séptimo Milagro, la increíble historia de un sobreviviente. “Los laberintos del destino y la asechanza constante del peligro vividos por el protagonista y las situaciones dramáticas contadas por Jorge Klainman a lo largo de la obra muestran un sesgo diferente de la gran tragedia humana”, describió. Luego, citó a Klainman: “Ningún país del mundo había abierto sus puertas para el ingreso de los judíos, esto había permitido a Hitler burlarse de las democracias, que mientras se quejaban del trato que se daba a los judíos habían sido incapaces de otorgar una sola visa por las buenas. Solo los personajes muy conocidos habían recibido asilo mientras miles eran obligados a volver a las fauces del régimen”. Hacia el final, reflexionó: “El testimonio de Jorge Klainman abre diálogos emocionales y racionales. Su libro, con una adecuada estructura, constituye un medio para vivenciar tiempos de opresión, donde aparecen algunos gestos casuales que sellan algunas señales humanas”.

“Nosotros, los sobrevivientes, somos un grupo muy pequeño de gente que está en franca extinción y no es lo mismo leer un libro, ver una película, que escuchar la verdad contada por un sobreviviente que cuenta parte de su horrible pasado”, expresó a su turno Jorge Klainman. Asimismo, sostuvo que “es muy importante contarle al mundo la verdad y dejar un muro de historias como herencia para las futuras generaciones, porque está absolutamente prohibido olvidar y perdonar. Hoy en día, hay en el mundo cientos de millones de personas que no saben absolutamente nada de lo que sucedió. Nacieron después de la Shoá y nadie se preocupó en informarlos, pero lamentablemente hay una cantidad más grande todavía de gente que les cree a estos delincuentes”.

Por otra parte, reconoció: “Cincuenta años guardé un hermético silencio. Ni mi esposa ni mis hijos sabían nada. No era que no quería contar, simplemente no podía. Pero en cuanto empecé a escuchar a estos delincuentes negar la Shoá y decir que es un invento judío, no pude contenerme más y rompí el silencio. Me senté en una máquina de escribir y solamente en dos meses escribí toda la historia de mi vida desde 1935 hasta 1945 cuando finalizó la guerra”. En esta línea, expuso que desde ese momento, decidió dedicar “su vida a un solo fin: recorrer el mundo y contarle la verdad a la gente”. Con relación a sus vivencias, contó que sobrevivió al gueto de Cracovia y a cinco campos de concentración y exterminio. Dos semanas después de cumplir los trece años, él y su hermano mayor se encontraron solos “en un mundo cruel y asesino”, puntualizó y agregó: “Mis padres y hermanas las mandaron a un campo de extermino en el sudeste de Polonia y allí murieron en las cámaras de gas y yo, inexplicablemente, pude conseguir una cadena de milagros que me salvaron en la vida muchísimas veces, cuando ya no quedaba ninguna esperanza”. Hacia el final, contó que le tocó exiliarse en Argentina porque tenía una tía y era la única sobreviviente de su familia que estaba en Buenos Aires desde 1923. Cuando llegó a Buenos Aires, en Chacarita, juntó “todos los recuerdos de mi pasado y los enterré profundamente en el último rincón de mi mente. Allí durmieron durante cincuenta años, protegidos por un muro que yo mismo levanté”, describió.