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Año IV - Edición 63 24 de marzo de 2005

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Unión Europea ¿paradigma de integración?

  • Reseñas Bibliográfica

El fenómeno de la regionalización, si bien no es nuevo y se encuentra expandido por todo el mundo a través de diferentes formas de integración, encuentra su forma más asequible en la Unión Europea. Este bloque permanece en el imaginario colectivo como el ejemplo de integración en razón de que ningún otro modelo ha alcanzado su nivel de profundización y armonización. Por esa razón se la considera un modelo paradigmático  que el autor cuestiona con solidez. Así, sostiene que la Unión Europea se asienta sobre tres pilares. Estos son el económico, el político y de seguridad y el judicial y de asuntos internos. Así, objeta estos cimientos entendiendo que no constituyen un modelo de integración, sino tan solo un sistema de cooperación.

Para encarar el análisis, comienza con un estudio de los antecedentes histórico del proceso. Toma para ello las distintas etapas que surgen con una motivación predominantemente política y económica. Surgió de esta manera la Comunidad del Carbón y del Acero, firmándose seis años más tarde los acuerdos que dan nacimiento a la Comunidad Económica y a la Comunidad de Energía Atómica. Todo ello hasta Maastricht cuando los estados europeos decidieron intensificar el proceso de integración y modificar los acuerdos antes mencionados.

Seguidamente, el autor aborda el marco institucional diseñado que sostiene el funcionamiento de la Unión Europea al cual considera como elemento fundamental para el avance de la Comunidad, sin perjuicio de que este debe modificarse si se pretende ver a Europa como una autoridad en materia de integración. Es así que, “con una fórmula superadora de cooperación, se establecieron ciertos órganos que pondrían en funcionamiento la maquinaria necesaria para alcanzar los ambiciosos objetivos plasmados en los tratados”.

Continúa la obra analizando los cambios operados en el proceso de integración a partir de la entrada en vigencia de Maastricht y de la creación de la Unión Europea. Aquí, sostiene que si bien se había consolidado con imperfecciones la integración económica por sectores, comenzaba a avizorarse el paso siguiente, que es la unificación política.

De esta manera, la integración política aparece al final de un proceso que iniciado con la integración económica. En este punto el autor realiza la crítica más fuerte, y muestra a través de un estudio normativo por qué los pilares sobre los cuales se asienta la Unión son “autocontradictorios y autodestructivos”.

Es este tratado, según el autor,  el que ha puesto a la Comunidad Europea ante una fragmentación que hace peligrar su cohesión y coherencia.

Ello es así en razón de que un sistema no puede estar sostenido por tres pilares heterogéneos. La forma de actuación distinta de cada una de las instituciones que la sostienen deviene en una “ficción” que genera un desdoblamiento y hasta una diferenciación institucional en razón de la materia.

De allí el autor concluye que “la Unión no constituye un modelo de integración, sino una manifestación de cooperación entre Estados miembros de la Comunidad Europea, que sí es el modelo de integración”.