Verdi y Wagner, vidas paralelas
Organizada por el Departamento de Derecho Público I, el 26 de agosto tuvo lugar en el Salón Rojo de la Facultad de Derecho una conferencia titulada “Verdi y Wagner, vidas paralelas”. La reunión contó con la presencia de los Dres. Edgardo Costa y Mario Resnik; y del Dr. Horacio Sanguinetti, quien tuvo a su cargo la exposición.
Primeramente, el Dr. Horacio Sanguinetti explicó que la palabra “genio” se utiliza comúnmente malversando su real significado, cuando en realidad los genios en toda la humanidad se cuentan con mucha parsimonia, ya que es “una instancia de grandeza que hace que uno piense que son muy pocos en la historia humana”.
Por otro lado, indicó que los artistas eran de nacionalidad francesa porque el territorio donde nacieron estaba sometido a Francia, pero “de esa condición francesa un poco administrativa hay muy pocas personalidades que sean tan italianas como Verdi y tan alemanas como Wagner”. Asimismo, aclaró que ambos nacieron en 1813 y tuvieron vidas paralelas pero nunca se conocieron; o bien, no hay registro de que se hayan concertado un encuentro alguna vez, aun así Verdi respetaba mucho a Wagner, aunque esto no era recíproco.
Por su parte, señaló que el nombre de Verdi encerraba un acróstico -Vittorio Emanuele Re D Italia-, así "la gente escribía en las paredes: ¡Viva Verdi!, y la censura de su época, que lo había perseguido mucho, no podía hacer nada ante estos hechos, pero igualmente habían llegado a prohibirle el personaje de una de sus obras, el Rigoletto, que era el Rey de Francia; por tal motivo, tuvo que inventar otro personaje, el Duque de Mantua, que no existía. En consecuencia, aseveró que su obra tiene un contenido social y político muy importante, como en el Nabuco donde se planteó el sometimiento de los judíos a Nabucodonosor, la cual contó con unos de los mejores coros de la historia de la música como lo es Va Pensiero; sin embargo, la lectura que se puede hacer es para cualquier pueblo sometido, “sobre todo el pueblo italiano, al dominio de Austria”.
Seguidamente, enfatizó su exposición en la figura de Verdi, campesino de profundo sentido democrático, al cual Sarmiento, enviado por el Gobierno de Chile en 1948, manifestó que era el más grande autor contemporáneo, en una época en que Verdi no había producido nada comparado con su posterior obra. En tal sentido, destacó que se había convertido en uno de los grandes representantes del Risorgimento por ser un hombre fuertemente político.
Asimismo, remarcó que su obra versó sobre los problemas que tienen los seres humanos, un gran desarrollo del amor, como también de la amistad. A su vez, observó que fue “un hombre de profundo sentido religioso, aunque combatió mucho a la Iglesia, basta con escuchar su Réquiem”.
En contraposición, expresó que la figura de Wagner llevó una combativa existencia de joven, aliándose a grupos extremistas que apaleaban y prendían fuego casas de gente que no les parecían agradable, teniendo un fuerte desprecio por lo italiano. Comentó también que era un prodigio que gastaba demasiado dinero e “intentaba convencer a algún príncipe que lo financiara en su exilio ideológico, hasta que encontró a Luis II, alias “el loco”, de Baviera, quien dio su honor y su vida por sostener a Wagner”.
Afirmó además que los wagnerianos se han excusado sosteniendo que no es culpa del genio que Hitler haya hecho uso de su música, cuando en realidad “no usó su música, sino sus ideas”; por ejemplo, las que figuran en el texto, muy bien ocultado, “El judaísmo en la música”, sin obviar que Wagner es “el primero en negar toda redención posible”.
Luego, aseguró que “al genio hay que medirlo por las alturas, no por los valles, sin olvidar que políticamente o musicalmente es muy poco correcto, y una buena tijera lo favorece”, ya que la ideología es trasmitida al autor: “así como Verdi nos presenta a la gente sufriente, el pueblo, los amigos, el amor, en Wagner encontramos un ario puro, atleta, que persigue a una raza inferior”, expresó el disertante.
Para concluir, advirtió que tanto Wagner como Verdi son los dos grandes genios del siglo XIX, sin tener en cuenta a Beethoven que vivió entre el siglo XVIII y el XIX. Citó entonces a Dannunzio, quien opinó que Verdi “amó y lloró por todos”, y logró trasuntar en su obra los sentimientos que todos los demás seres humanos experimentan; expresó finalmente que “su gloria es universal, no es una gloria propia, es una gloria que pertenece al género humano”.