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Año X - Edición 184 20 de octubre de 2011

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UNASUR ¿Complementa o diluye el MERCOSUR?

  • Notas

Durante la tarde del 5 de octubre en el Aula 217 de esta Facultad de Derecho se llevaron cabo las III Jornadas de Derecho de la Integración en las que se discutió el rol de la recientemente creada Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) en relación al preexistente Mercado Común del Sur (MERCOSUR). La coordinación de la actividad estuvo a cargo de Andrea Mensa González.

El primero en hacer uso de la palabra fue Pablo de Rosas, Profesor de la Universidad de Mendoza, que anticipó que “en la UNASUR participan todos los países del sur excepto las Guayanas Francesas que pertenecen a la Unión Europea siendo una iniciativa de fuerte perfil político destinada a la consolidación de las relaciones sudamericanas”. Contrariamente, el MERCOSUR con sus más de 20 años de vida, se ha propuesto consolidar desde el año 1991, por medio del Tratado de Asunción, un proceso de integración subregional integrado por apenas cuatro miembros plenos (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), cinco asociados (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú) y uno (Venezuela) en proceso de incorporación.

En cuanto a la UNASUR, de Rosas explicó que su conformación fue producto de la intensa actividad política de Lula da Silva, Michelle Bachelet, Rafael Correa y Néstor Kirchner. “Estamos ante una nueva iniciativa de integración latinoamericana después de casi 50 años de que se empezó con la ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) y luego siguió con la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración)”, amplió. Agregó que la UNASUR es una iniciativa netamente política gestada luego de dos sucesos que sacudieron el panorama continental. En primer lugar, la crisis económica mundial desatada luego de que a mediados del año 2008 se conociera la caída del gigante financiero Lehman Brothers. En segundo, el fracaso de la Ronda de Doha de la OMC (Organización Mundial de Comercio).

Luego, Walter Carnota, Profesor Titular de esta Facultad de Derecho, destacó lo interesante que puede resultar el hecho de detenernos en analizar, por un lado, el Tratado de Brasilia del 2008 -que dio origen a la UNASUR- y, por el otro, al Tratado de Asunción 1991 -que dio origen al MERCOSUR-. A partir de este análisis comparativo es posible dilucidar las aspiraciones divergentes de ambos caso. De hecho, “el Tratado de Asunción se da en un época en donde estaba en auge la globalización, en donde en la narrativa se hablaba de la globalización como algo bueno”. Entre sus principales metas y objetivos se proponía el MERCOSUR, el desarrollo económico con justicia social, el más eficaz de los recursos disponibles, el cuidado del medio ambiente, el desarrollo de la infraestructura. En definitiva, son objetivos muy focalizados en aspectos puramente económicos. En cambio, en la UNASUR, independientemente de los ánimos integracionistas, hay una actitud por parte de los países involucrados orientada a cuestiones políticas más que a las económicas. En este caso se menciona el respeto al multiculturalismo aún cuando existan motivaciones suficientes para referirnos a la necesidad de constituir una identidad común, a una ciudadanía sudamericana y a una reducción en las asimetrías.

Lo siguió Sandra Negro, Profesora Titular de esta Casa, que enseñó que “la UNASUR tiene por objetivo pensar un nuevo modelo de integración de América del Sur”. Brevemente mencionó cómo fue gestada la UNASUR, especialmente el contenido de aquellos documentos estratégicos preliminares que incluían agendas propietarias y programas de acción. En estos escritos era un imperativo la convergencia de los procesos de integración de América del Sur y desde la perspectiva económica la posible pero hipotética conformación de un área de libre comercio. En el Tratado de Brasilia estos objetivos económicos son parcialmente relegados debido a que el protagonismo recayó principalmente sobre aquellos objetivos políticos, dentro de los cuales se destacan la conservación de la democracia y el fortalecimiento de una cultura de paz ajena al desarrollo de armas nucleares o de destrucción masiva, entre otros.

“Desde el punto de vista de la arquitectura institucional en sí, es un arquitectura, en comparación con los otros procesos, más endeble” y añadió que, en realidad, la UNASUR se ha vuelto un interlocutor necesario para los países de América Latina en cuestiones vinculadas a defensa. Quizás uno de los mayores logros que tuvo la UNASUR fue que en una de las reuniones realizadas aquí en Bariloche se pudo sentar en la misma mesa de diálogo a Colombia con el resto de los países, cuando el primero de estos tenía por intención la implantación en su suelo bases militares norteamericanas.

Por último, Alfredo Soto, Profesor Titular de la Facultad, aclaró que “este tratado constitutivo y el resto de las normas de UNASUR nos plantean tal vez cierta inflación desde el punto de vista normativo porque a lo mejor tenemos un andamiaje o estructura jurídica que no responde a una realidad muy sólida, muy concreta”.

Enseñó que la integración, y sobre todo la comunidad, implican compartir valores que no necesariamente se comparten en la unión. De hecho, una unión puede suponer una mera yuxtaposición sin compartir valores comunes, mientras que en la verdadera integración en un sentido más comunitario sí se comparte la solidaridad, la cooperación, y demás valores.

Finalizada la ronda de exposiciones se realizó la presentación del libro "UNASUR. Democracia, desarrollo y paz en América del Sur", de Pablo de Rosas y cuya presentación estuvo a cargo de Calogero Pizzolo, Profesor Titular de esta Facultad.

“La UNASUR tiene por objetivo pensar un nuevo modelo de integración de América del Sur”, enseñó la profesora Sandra Negro.