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Año XI - Edición 200 27 de septiembre de 2012

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Sobre las constituciones de América del Sud

  • Notas

El 29 de agosto el profesor Raúl Gustavo Ferreyra brindó en el Aula 217 una lección magistral sobre las constituciones sudamericanas.

Inicialmente, efectuó un repaso histórico en el que señaló que la democracia de los atenienses presenta variadas diferencias con el sistema actual. “Esa democracia de los antiguos estaba fundada en la organización de la comunidad cuando la democracia de los modernos está fundada en la auto-organización, en la auto-composición, la auto-determinación de mi propia libertad”, explicó, para inmediatamente añadir que “la democracia de los antiguos construía la comunidad de arriba hacia abajo, y en nuestra democracia cada uno de nosotros trata de decidir de abajo hacia arriba”. Se refirió también a Descartes y a su obra “El discurso del método” (1637) para advertir que en aquel texto por primera vez se argumenta que los hombres y las bestias, ambos pertenecientes al reino animal, se diferencia entre ambos a partir de la existencia de la razón en uno y no en los otros. 14 años más tarde, Thomas Hobbes inventó el Estado moderno. Para Descartes la razón genera que todos los hombres sean iguales y que el fundamento de esta organización comunitaria no sea Dios sino la razón misma. Pero Hobbes, en su Leviatán, distingue entre el hombre natural, que se rige por la razón, y el hombre artificial, llamado Estado, que centraliza el ejercicio del poder.

Ya adentrado en el análisis de las constituciones sudamericanas, Ferreyra resaltó que un texto constitucional es un diálogo entre generaciones, un diálogo que es cuestionado por el mismo expositor debido a que este hoy es indudablemente acotado, al punto tal de comprender sólo a algunos y excluir a otros tantos. En ningún de estos Estados constitucionales de América del Sur hubo un contrato entre todos los ciudadanos porque, en definitiva, “ningún proceso constitucional es así”. Por ejemplo, la Constitución chilena es producto de la obra de juristas que trabajaban para el dictador Pinochet. Más aun, la Constitución venezolana es resultado de la acción del actual Presidente Hugo Chávez, con una escasa participación ciudadana. En otro sentido, mencionó a la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, la cual es extremadamente extensa, algo que puede llegar a dificultar la aplicación de todos sus preceptos. “Chile tiene la Constitución de la región más floja técnicamente […] sin embargo, Chile muestra con la Constitución más pobre de la región la mayor estabilidad política”, indicó Ferreyra.

Por otro lado, recordó el escenario rioplatense descripto en la obra “El matadero”, de Esteban Echeverría, contrastándolo con lo que sucede en la actualidad, todo ello para luego concluir: “no estoy haciendo apología del gobierno ni de la oposición, estamos viviendo el mejor momento de la historia argentina, este es el año 2012, con la más alta y abierta libertad de expresión para todo el mundo”. No obstante, Ferreyra se mostró partidario de impulsar una reforma constitucional. En relación a esto, se preguntó “¿Por qué tienen que existir cosas que no cambian?”, pero alertó que “yo no pondría al zorro a cuidar el gallinero”. Para el expositor la reforma debería impulsarse a partir de la participación de todos los sectores de nuestra sociedad, y no a partir de la voluntad de solo determinados dirigentes políticos.

No dejó fuera de su análisis la diversidad que existe en materia constitucional en Sudamérica. Sólo basta con observar el ejemplo colombiano, en el que existe una Corte Constitucional que legisla constantemente, una Convención Constituyente en sesión permanente. Declaró: “el hecho de que existe una pluralidad de Constituciones nos invita a todos nosotros, partiendo de la idea de que las Constituciones son contratos a largo, mediano plazo, y que están fundadas en el diálogo intergeneracional, a preguntarnos en relación al que tengo al lado, antes que en relación al que tengo en las estrellas”. Para Ferreyra, cada uno de nuestros vecinos tiene mucho por decir.

Un análisis minucioso de las Constituciones sudamericanas nos permite advertir que cada una de ellas puede ser separada en cuatro segmentos, producto de que se trata de objetos complejos. En primer lugar, todas cuentan con un preámbulo, a excepción de Chile. En segundo lugar, todas estas Constituciones poseen un sistema en donde se da reconocimiento a los derechos y deberes fundamentales. En tercer lugar, todas también tienen parte de su redacción dedicada a la organización del poder. Por último, no hay Constitución sudamericana que no tenga contemplado un sistema de enmiendas.

Enseñó que en las Constituciones se presentan enunciados tanto normativos como no normativos. Aquellos enunciados normativos son distinguidos de los otros por caracterizarse por su coercitividad e imperatividad. En cuanto a los enunciados no normativos, el caso paradigmático es el de los preámbulos. Los preámbulos “anuncian, desarrollan, presentan, cotejan y disponen como ha de ser el reconocimiento de los derechos fundamentales y la organización del poder. Para conocer una Constitución lo primero que hay que hacer es distinguir la presencia del preámbulo”. En lo relativo a la discusión doctrinal en torno a si el preámbulo forma parte de la Constitución, Ferreyra se manifestó en sentido afirmativo, sosteniendo que los preámbulos son parte integrante de la Constitución como enunciados no normativos.

“La democracia de los antiguos construía la comunidad de arriba hacia abajo, y en nuestra democracia cada uno de nosotros trata de decidir de abajo hacia arriba”, expresó el profesor Raúl Gustavo Ferreyra.