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Año XIX - Edición 347 29 de octubre de 2020

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Reflexiones bioéticas sobre el uso de animales no humanos en la enseñanza

  • Notas

El pasado 28 de septiembre tuvo lugar la jornada “Reflexiones bioéticas sobre el uso de animales no humanos en la enseñanza”, organizada en conjunto por el Seminario sobre Derecho Animal del Instituto Gioja y el Departamento de Ciencias Sociales.

Martin Testa (Instituto Gioja, Facultad de Derecho, UBA/UCES/USAL) presentó la actividad y Maria de las Victorias Gonzalez Silvano (Instituto Gioja, Facultad de Derecho, UBA) ofició de moderadora.

En este marco, brindaron su aporte Beatriz Vanda Canton (médica veterinaria zootecnista, con especialidad y maestría en Patología comparada y doctora en Bioética por la Universidad Nacional Autónoma de México) y Elizabeth Eugenia Tellez Ballesteros (médica veterinaria zootecnista, con maestría en Ciencias Médicas Odontológicas y de la Salud y doctora en Bioética por la Universidad Nacional Autónoma de México).

A su turno, Beatriz Vanda Canton detalló que “las prácticas más comunes de animales en todas las escuelas y facultades de medicina veterinaria son sobre anatomía y fisiología que a veces es sobre cadáveres y a veces sobre animales vivos”.
Por otro lado, brindó una explicación acerca de cómo se entiende a la violencia en el contexto de la educación de toda la gente que hace ciencias biológicas: “Como los actos deliberados que atentan contra la integridad física, psicológica o emocional de un sujeto o de un grupo de sujetos que se encuentra en situación de desventaja o indefensión, lo que se conoce como vulnerabilidad respecto de quien ejerce el poder o control sobre él o ellos, que en este caso serían los profesores porque son los que nos dicen qué hacer y los que nos van a calificar”. Y agregó que “la vulnerabilidad también se puede entender como la acumulación de desventajas que conducen a una mayor posibilidad de ser dañado y, por lo tanto, nosotros hemos estado haciendo mucho hincapié en que los animales deben de ser considerados dentro de los grupos de individuos en situación de vulnerabilidad porque es claro que están indefensos en nuestras manos, no toman las decisiones y no les pedimos su consentimiento”.

Asimismo, planteó que “la normalización de esta violencia repercute en una violencia social que ha sido aprendida en las aulas universitarias. La violencia está institucionalizada y se enseña en las aulas universitarias. Entonces cómo le vamos a pedir a la sociedad que no sea violenta si los propios docentes universitarios la enseñamos con nuestras palabras y con nuestras acciones. El que seamos violentos con los animales está normalizado y tiene permiso de la sociedad”.
Luego se refirió al especismo. “Es la discriminación negativa de alguien e ignorar sus intereses solo porque es de otra especie”. Y detalló que las raíces de esta discriminación se pueden hallar en el pensamiento y tradición judeocristiana, en el mecanicismo cartesiano en donde los animales son considerados máquinas irracionales y en la falacia de que ‘para eso son’.

Por su parte, Elizabeth Eugenia Tellez Ballesteros se enfocó en la pregunta sobre qué tipo de profesionales y de humanos se forman en este contexto: “Se trata de estudiantes que ciertamente están formados bajo programas curriculares muy bien elaborados, robustos y completos, que muchas veces están avalados y certificados por instancias internacionales. Sin embargo, no están considerando otro tipo de enseñanza que es contradictoria y se conoce como el currículum oculto, que consiste en este marco de valores, creencias y actitudes que moldean el comportamiento de los estudiantes y que son transmitidos por el maestro o por sus comentarios. A veces son comentarios que no los hacen intencionalmente pero que sí van formando a ese estudiante”.

Luego se enfocó en los falsos paradigmas de la enseñanza que exigen realizar prácticas lesivas con los animales: “Se dice que no sienten, que para eso están, que hay muchos, que se pueden reproducir rápidamente dentro de los bioterios y que hay muchos animales vagando en la calle o que son reemplazables porque son baratos o que el daño que vamos a realizar en las prácticas lesivas y mortales se puede justificar por el bien mayor. Incluso hay profesores que defienden que solamente practicando con animales vivos se pueden adquirir las destrezas y competencias profesionales”.

Además señaló que “se escucha decir entre los profesores que la insensibilización asegura una adecuada actitud para crear buenos científicos y profesionales que no tengan este comportamiento sentimentalista (...). Aunque más bien se trata de un antivalor donde la violencia no es vista como un conflicto moral porque se trata de una violencia convencionalmente aceptada y se traduce en un mal necesario”. Y sostuvo: “Queremos demostrar que este argumento descansa en la falacia de falsa causa pues francamente no es cierto ni necesario que los estudiantes necesiten volverse insensibles para que se puedan convertir en mejores profesionales o que sean más racionales o calificados. Más bien, todo lo contrario”.

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