Reflexiones bioéticas sobre el final de la vida. Una mirada interdisciplinaria desde los Comités de Ética
Durante la tarde del 18 de noviembre se llevó a cabo en el Salón de Usos Múltiples del Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Gioja” un encuentro académico organizado por el Observatorio de Salud de esta Casa. Para la oportunidad el panel invitado se adentró en la temática referida a la aceleración de la muerte en pacientes desahuciados. Para ello, se convocó desde una perspectiva interdisciplinaria a expertos especializados en materia de salud, psicología y filosofía.
A modo introductorio, Marisa Aizenberg, Directora Académica del Observatorio de Salud, consideró que “antes de tener una ley deberíamos debatir, consensuar, porque no podemos a través de una ley imponer una categoría analítica de derecho, no podemos crear categorías por ley si éstas categorías no están previamente consensuadas por nuestra sociedad”. Por otro lado, fue enfática al momento de sostener que la nueva normativa deberá necesariamente tomar bajo real consideración de lo preceptuado en la ley 26.529, conocida también como “ley de derecho de los pacientes y consentimiento informado”.
En segundo lugar, Gisela Farías, doctora en filosofía del derecho en el área de bioética por la Universidad de Buenos Aires y Licenciada en Psicología por la misma Universidad, advirtió desde un principio que ante una temática que reviste semejante complejidad resulta menester entender la importancia del debate interdisciplinario. Por otro lado, la intervención debe extenderse a todos los participantes, incluyendo desde ya al paciente y a sus familiares. Fue allí cuando indicó que no debe el personal médico subestimar la capacidad de entendimiento por parte de quienes se hallan ajenos a las ciencias de la medicina. Aún pese a que tanto el paciente como sus familiares pueden no ser doctos en materia de salud sí están aptos para la comprensión de muchos de los procesos a los cuales son sometidos por medio del accionar del profesional médico. Por ello, siempre que la lucidez del paciente fuese la suficiente, no habrá motivo alguno para subestimar su capacidad de entendimiento. “Con la nueva ley de salud mental, el tema de la competencia adquirió nuevos ribetes, antes era como muy fácil que alguien fuese incompetente y se le quitaba la capacidad de decisión. Pero actualmente en salud mental se ha aconsejado que la competencia parcial igualmente obliga a que las personas tengan que dar su consentimiento informal”, señaló Farías. Con extremo cuidado se deberá encontrar un punto de equilibrio entre el quitarle la palabra al paciente o adjudicarle directivas que jamás fueron enunciadas por dicho paciente. Ello adquiere una importancia capital en lo relativo al modo en que se deberá interpretar cuando un paciente convaleciente y en agonía pida por el fin de su vida. Por otro lado, Farías confesó que entre los profesionales de la salud impera un manto de temor ante las posibles consecuencias legales que pueda tener el hecho de ajustarse a los pedidos de los pacientes. El miedo termina constituyendo un factor ampliamente negativo que altera el buen juicio de los galenos cuando ellos evalúan el grado de eficacia de los distintos métodos empleados.
Siendo médica cirujana del Hospital Elizalde, especialista en bioética y a cargo del Centro de Bioética del Hospital Italiano, Rosa Pace se permitió dudar respecto a la labor desarrollada en la legislatura de la nación en referencia a las muertes asistidas. “A mi, por lo menos intuitivamente, no me está gustando lo que está pasando, y desde mi posición de médica creo que se pueden hacer las cosas bien, sin demasiada letra, creo que tenemos los elementos legales a mano que a nosotros nos permitiría actuar bien”, amplió Pace. Aclaró además que es el paciente el encargado de tomar las decisiones correspondientes a su salud y, en todo caso, será el médico quien deberá evacuar las dudas de este último, aconsejarlo y especialmente ayudarlo a pensar.
Seguidamente, comentó algunos casos más emblemáticos que tomaron trascendencia mediática en la Argentina y en el mundo y que, en cierto punto, lograron estimular el debate en la sociedad en general. “Las razones a las que lleguemos, o los principios o fundamentos, o las conclusiones a las que lleguemos hoy siempre serán penúltimas por que nunca vamos a tener la verdad cierta, la verdad verdadera, valga la redundancia”, opinó Pace. Subsidiariamente, llamó a todo involucrado a adoptar posturas de menor dogmatismo, de menor fundamentalismo. Según la expositora, son características constitutivas tanto de la ciencia como de la ética el hecho de que las conclusiones a las que se arriban no sean siempre totalmente concluyentes. “No debemos realizar afirmaciones rotundas, y esto en medicina es totalmente cierto”, agregó Pace.
Por último, María Susana Ciruzzi, doctora en derecho penal de esta Facultad y miembro de Comité de Bioética del Hospital Garraham, efectuó también su aporte declarando que reina una peligrosa confusión en muchas de las terminologías vinculadas a la muerte asistida. De hecho, enseñó que cuando empleamos el concepto de “muerte digna” puede creerse comprendida dentro de su definición el empleo de cuidados paliativos, la sedación de respiro, la sedación paliativa, la limitación de soporte e incluso la eutanasia o suicidio asistido. Entendió a la “muerte digna” como “el empoderarmiento que el sujeto hace frente a su propia muerte”. Explicó también que aunque es siempre fructífero sembrar la esperanza sobre la persona del paciente, la misma no puede ser una estrategia o tratamiento único de curación.
Desde la perspectiva legal, estimó que el artículo 19 de la Constitución Nacional es un fuerte respaldo constitucional para la sanción de una ley de muerte digna. Sin embargo, alertó que pareciera ser que para muchos legisladores tal artículo se encuentra hoy derogado.
El encuentro concluyó con el testimonio de una acongojada madre que ha debido padecer la ausencia de una legislación apta para permitir terminar dignamente con la vida de uno de sus hijos, el cual en sus últimos días y a causa de su enfermedad padeció de terribles tormentos.
“No debemos realizar afirmaciones rotundas, y esto en medicina es totalmente cierto”, afirmó Rosa Pace.