Presentación del libro Fusiles en el Paragüero
El pasado 12 de mayo, la Cátedra Libre sobre Holocausto, Genocidios y Lucha contra la Discriminación, coordinada por Roberto Malkassian, organizó la presentación del libro Fusiles en el Paragüero, en la cual expuso su autor, Mauricio Bergstein (psicoanalista). Presentó el encuentro Alicia Killner (psicoanalista).
Primeramente, Alicia Killner resaltó el abordaje del libro sobre el psicoanálisis y el nazismo, explicando que, en su opinión, “no puede sobrevivir el psicoanálisis en un entorno de totalitarismo y de falta de libertad”. Seguidamente, realizó un análisis de la Shoah y su impacto en el arte y la memoria de la sociedad, retomando una cita del psicoanalista francés Gérard Wajcman sobre la imposibilidad de difundir exitosamente los hechos ocurridos en la Shoah: “Lo único que se puede hacer es seguir diciendo esto pasó, contra el muro del negacionismo, seguimos diciendo esto ocurrió”. Asimismo, se refirió a la trama del libro, la cual versa sobre la situación de Freud durante el nazismo, realizando un repaso por los momentos más significativos que marcaron la Alemania nazi. En ese sentido, recordó la quema de libros en 1933, que dejaba asentado, según las propias palabras de los/as presentes en aquel momento, que Alemania “no sería un país de libros, sino un país de carácter”. Por último, introdujo una de las penurias sufridas por Primo Levi durante su estadía en Auschwitz: “Él tenía sed; una noche horriblemente helada fue a tomar nieve con la mano de la ventana y el guardia le dijo que no podía. Entonces, Primo Levi (…) que hablaba alemán, le preguntó: ‘¿Por qué?’ Y el guardia lo miró y le dijo: ‘Acá no hay porqué’”. Y concluyó: “Esta frase explica que no hay una razón que explique la Shoah”.
Posteriormente, Mauricio Bergstein realizó un análisis de libro, repasando los momentos vividos por Freud durante el nazismo y sus pensamientos sobre el régimen. Comentó que, en un primer momento, Freud “ignoró olímpicamente el peligro que se cernía, no solamente sobre él y su familia, sino sobre su obra”. Y agregó que en una carta que Freud escribió, decía que “no había ningún peligro, que lo que estaba pasando en Alemania nunca podía pasar en Austria, que una nación que produjo a Goethe no puede ir hacia el mal, como lo que le está pasando a Alemania”. Acto seguido, relató que en 1937 “es como que cae la ficha y se da cuenta de que su obra corre peligro, que él corre peligro y que su familia corre peligro”, pero que en ese momento “estaba muy viejo, estaba muy enfermo, no le gustaba viajar y la idea de tener que radicarse en otro lugar todavía le parecía algo estratosférico. Además, su adhesión a Viena a pesar de que le gustaba despotricar contra Viena. (…) En el fondo, tenía un vínculo increíblemente sólido con la ciudad que le había dado alas y que le había permitido de alguna manera desarrollar su obra”. Tras esto, describió el período de 84 días en el cual Freud residió en la Viena ocupada por los nazis, que culmina con su exilio a Londres, destacando el hecho de que, si bien para la cúpula nazi “Freud había creado una ciencia judía”, él mismo recibió ayuda del mismo comisario que llevaba su caso y obstruía su salida de Viena. Para finalizar, sostuvo que Freud es un sobreviviente del Holocausto: “Pero no porque la definición técnica de sobreviviente del Holocausto es que cualquier persona que sobrevivió a un país ocupado por la Alemania nazi es un sobreviviente del Holocausto, no es solo por eso que Freud es un sobreviviente del Holocausto, sino porque Freud luchó, él no estaba dispuesto a rendirse”.