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Año VIII - Edición 151 22 de octubre de 2009

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Presentación de los libros - “La biología contra la democracia: eugenesia, herencia y prejuicio en Argentina, 1880-1940” e “Y Darwin tenía razón… El descubrimiento del código genético y su significación”

  • Notas

En el marco de las actividades organizadas por el proyecto de investigación UBACYT D020, el pasado 5 de octubre se llevó a cabo en el Salón Rojo de la Facultad de Derecho la presentación de los libros “La biología contra la democracia: eugenesia, herencia y prejuicio en Argentina, 1880-1940” e “Y Darwin tenía razón... El descubrimiento del código genético y su significación”.

Dio inicio a la reunión la Médica, Especialista en Ginecología y en Bioética, Patricia Urbandt quien se refirió al libro “La biología contra la democracia: eugenesia, herencia y prejuicio en Argentina, 1880-1940” de Sergio Cecchetto, comentando cómo había sido pensado, organizado y escrito ya que ella participó activamente de dicho proceso en su carácter de esposa de Sergio (q.e.p.d); tras tan emotivas palabras, fue la Prof. de Bioética y Magíster en Políticas Sociales Patricia Digilio quien manifestó hallarse ante un texto de singular actualidad y trascendencia “porque si bien su autor anuncia circunscribir su estudio a una geografía y un tiempo, va más allá de ese espacio y tiempo”. Además, indicó que la reconstrucción de los hechos históricos que emprende no se reduce a una mera aproximación descriptiva sino que se realiza desde un posicionamiento ético y valorativo. En este sentido, destacó que Cecchetto se encuentra comprometido con su tema y preocupado, sin descuidar una reconstrucción pormenorizada, rigurosa y erudita de un tema tan complejo como el que se trata. Asimismo, resaltó que el autor ha sabido conjugar la dificultad, la complejidad y la profundidad de los temas que trata con un lenguaje, una narrativa y un humor imprescindible que hace posible y placentera la lectura de sus trabajos. “Es preciso, parece decirnos el autor, volver a pensar lo que se ha dicho y pensado que cobijarse en la comodidad de lo repetido y conocido”. Por último, sostuvo que “en el Estado actual, tal vez nuestra única certeza sea que es posible disponer de una nueva tecnología como de una nueva semántica de la vida y en esta conjunción se juega una transformación vital que todavía no ha sido planteada en todo su espesor” y afirmó que deberíamos aprender a partir de la lectura de este texto que las palabras ciencia o progreso no son el conjuro que nos salvan de la barbarie.

A continuación, el Dr. en Medicina y Prof. de Genética Martín Roubicek hizo mención a la capacidad del autor, quien lograba abarcar temas variados de toda índole. Además, aclaró que “la eugenesia comenzó muy inocentemente y fue surgiendo a partir de gente que tenía las mejores intenciones de mejorar la especie humana pero no había nada destructivo; poco a poco, fueron surgiendo otras ideas”.

Observó, también que la naturaleza es cruel porque los individuos más débiles en cada grupo son los más propensos a ser devorados o exterminados. En este sentido, planteó si deberíamos evitar que los más débiles tengan éxito, si los médicos deben ayudar a mejorarlos y que puedan reproducir o desalentarlos.

Finalmente, aseveró que la democracia entra en conflicto con las leyes de la naturaleza y se cuestionó hasta qué punto la sociedad humana puede aceptar las verdades científicas biológicas.

Seguidamente, se dio lugar a la presentación del libro “Y Darwin tenía razón... El descubrimiento del código genético y su significación” de Elba Martínez Picabea de Giorgiutti. Evidenciando solvencia en la materia, María Luisa Pfeiffer, Profesora de Bioética y Doctora en Filosofía por la Universidad de La Sorbona, estimó necesario reflexionar sobre el papel que viene cumpliendo históricamente la biología. Advirtió que su crecimiento como ciencia paradigmática viene acompañado al crecimiento de la certeza de nuestra civilización en un proceso evolutivo y la fuerte creencia que cuesta poner en su lugar de que esa evolución es hacia algo mejor. Se preguntó entonces de dónde proviene la esperanza de que el futuro será mejor y opinó que “la historia del humanismo, que nace con el iluminismo, está traspasada por esta creencia que viene buscando de todos los modos posibles que lleguemos a ser mejores hombres y pone esa esperanza en el futuro”. En tal sentido, explicó que la genética ha permitido ponerle una finalidad al progreso; sin embargo, esa finalidad, la mejora del ser humano, no es clara porque no se conoce en qué consistirá el hombre mejor.

Para concluir, asemejó a los genetistas con los alquimistas, pero precisó que los primeros buscan acelerar el proceso de cambio que asocian al progreso temporal tanto de los vegetales, de los animales como de los hombres y constituiría un cambio para mejorar las especies. Sin embargo, “éstos carecen de modelo a conseguir y a veces los cambios responden a la voluntad de algunos poderosos que quieren conseguir mayor poder”, concluyó.

Más adelante, Salvador D. Bergel, Doctor en Derecho y Titular de la Cátedra UNESCO de Bioética de la UBA, se refirió a la difusión científica, asegurando que se puede hacer accesible el conocimiento científico sin necesidad de renegar del método científico. También postuló que el mensaje en la relación entre Darwin y el código genético es mostrar la forma en que se va haciendo la ciencia, a través de una sucesión de hechos se va escalonando.

Consideró, asimismo, que la libre circulación del conocimiento es una piedra angular del progreso de la ciencia. Sin embargo, observó que tiene sus problemas, como la apropiación del conocimiento, caracterizando que el hecho de mantener en secreto un conocimiento para poder obtener resultados económicos con él es muy grave debido a que se altera el hilo común que permitió la evolución de la ciencia durante tantos años.

Puntualizó, finalmente, que a partir de los años 70, todas las ideas sobre las estructuras se llevaron a la aplicación práctica, y surgió de esta manera la ingeniería genética, representando una aplicación de importancia fundamental en el campo económico para la Argentina, donde el 90% de la siembra de soja es transgénica.

Finalmente, tomó la palabra la autora del libro, Elba Martínez Picabea de Giorgiutti, quien señaló que la obra encierra dos conceptos: una hipótesis y una propuesta. En este sentido, afirmó que Darwin manifestó con claridad que los seres vivos compartimos ancestros comunes y su hipótesis consiste en que esta afirmación tiene su verificación más contundente en el descubrimiento del código genético, es decir, del código que compartimos con escasísimas excepciones todos los seres vivos. En consecuencia, propone en su libro vincular a Darwin con Crick, descubridor del código, pero también toda la comunidad de científicos que a lo largo de más de un siglo de pacientes y prolijos trabajos y a lo ancho de diversas geografías hicieron posible el conocimiento de este código de la vida y la confirmación del pensamiento darwiniano. Confesó a su vez, que es una gran admiradora de Darwin por su pensamiento y obra escrita pero al hacer una relectura de sus libros, ha logrado descubrir al hombre detrás del científico, sus cualidades personales, inquietudes, sufrimientos, su amor por la familia. Destacó entonces el entorno en el que vivió y actuó como científico: “sus ideas sobre la evolución de las especies constituía una serie de amenazas de condena religiosa pero, sobre todo, de condena social”, expresó.

Consideró además que “el hombre tiene el control en buena medida de la propia evolución biológica; de allí se desprende la enorme responsabilidad de considerar los avances de la ciencia y técnica, y sus aplicaciones orientadas hacia el bien común, el conocimiento al servicio del hombre en el respeto por la naturaleza y no a la inversa”.