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Año XVI - Edición 291 21 de septiembre de 2017

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Neuroderechos ¿Nueva categoría de Derechos Humanos?

  • Notas

El pasado 28 de agosto, Roberto Andorno (Universidad de Zurich) expuso sobre “Neuroderechos ¿Nueva categoría de Derechos Humanos?” en el Salón Verde. La actividad fue organizada por el Departamento de Ciencias Sociales, y contó con la coordinación de Elian Pregno (UBA).

La introducción estuvo a cargo del director del Departamento de Ciencias Sociales, Ricardo Rabinovich, quien luego de presentar al expositor, le cedió la palabra. Así, Roberto Andorno comenzó su ponencia expresando que: “Siempre se ha considerado al pensamiento como el último refugio de la libertad. Aún en períodos de gobiernos totalitarios donde se podía arrestar a personas, opositores, clausurar diarios, pero los individuos podían seguir teniendo un pensamiento crítico”. No obstante, el orador indicó que la libertad de nuestros pensamientos puede peligrar en los próximos años debido a los desarrollos de la neurociencia y la neurotecnología. “Tanto la imagen cerebral como las distintas formas de generar interacción entre el cerebro y las computadoras, realizan extraordinarios aportes a la investigación del cerebro humano y permiten nuevas formas de diagnóstico y tratamiento de enfermedades, pero al mismo tiempo crean nuevos riesgos para la última libertad humana que es la del pensamiento”, reconoció el orador.

Asimismo, Andorno analizó el impacto de la neurociencia a nivel penal y señaló que estos avances van a provocar una mayor aceptación de las causas de atenuación de la responsabilidad penal y además, las decisiones judiciales van a estar más basadas en la ciencia y menos en la intuición.

Más adelante, el expositor reconoció que estas nuevas tecnologías traen “riesgos nuevos para los derechos humanos, y por eso hacen falta nuevos derechos para responder a estos nuevos fenómenos”. Por lo tanto explicó que, mediante nuevas normas, es necesario proteger a los individuos del uso coercitivo de estas tecnologías que le puedan causar un daño o invadieran su privacidad. En este contexto, desarrolló tres derechos claves que se deben reconocer para hacer una protección eficaz de la persona ante estos nuevos desarrollos tecnológicos. En primer lugar, propuso el derecho a la privacidad mental, que buscaría proteger cualquier dato o información mental. Este derecho protegería las ondas cerebrales no sólo como datos, sino también como fuente de información. Seguidamente, hizo referencia al derecho a la integridad mental que resguardaría la dimensión mental de los individuos frente a daños potenciales. Es decir, que buscaría proteger al individuo de las actividades criminales que puedan influir de manera directa el funcionamiento de la mente. En último lugar, explicó el derecho a la continuidad psicológica que defendería la identidad de las personas contra cambios en la personalidad que podrían resultar del uso malicioso de ciertos dispositivos cerebrales.