Mitos y realidades de las células madre
Con la exposición del Dr. Víctor Morales, el pasado 24 de abril se realizó en la Facultad de Derecho una nueva reunión del Seminario de Investigación en Bioética que en esta ocasión versó sobre “Mitos y realidades de las células madre”. La presentación estuvo a cargo de la Dra. Noemí G. de Rempel, directora del seminario organizador.
En primer lugar, el Dr. Víctor Morales explicó cómo se origina una célula a partir de la fecundación. Así, a partir de dos células (espermatozoide y óvulo) se constituye una sola que se va a implantar en el útero, donde se va a desarrollar el embrión. De esta manera, el espermatozoide y el óvulo tienen la mitad de cromosomas que tenemos todos en las células y al unirse las dos células se reconstituyen el número de cromosomas que tenemos. Asimismo, explicó que el primer paso del desarrollo embrionario es la formación del huevo cigota, que es una célula que comienza a dividirse rápidamente, donde se constituyen 64 células en una etapa llamada mórula. Durante la segunda etapa, denominada blástula, comienza a gestarse una cavidad. “Allí es donde se constituyen las tres capas dérmicas que dan origen a los distintos tejidos que forman el organismo”, señaló. Posteriormente, ocurre la gástrula, la cual se caracteriza por la formación de las capas germinales que dan origen a los distintos tejidos, y entre las cuales se encuentra el ectodermo, el endodermo y el mesodermo.
Seguidamente, entendió a las células madre como células progenitoras hematopoyéticas y añadió que es una célula que tiene la capacidad de autorenovarse, debido a que origina células hijas con las características morfológicas y funcionales a la célula madre, lo que le permite persistir en el organismo. El expositor dividió a las células madre en dos tipos: por un lado, la embrionaria, la cual se encuentra en el embrión, y, por el otro, la célula adulta, que tiene la capacidad de originar células hijas que no se encuentran en el embrión. Dentro de los tipos de células madre se encuentran la totipotencial, la cual está presente en la mórula y desarrolla el ser humano, la célula pluripotencial, la cual genera los distintos tejidos y células, y la multipotencial.
En lo que concierne al empleo terapéutico de la célula madre hematopoyética en el trasplante de médula ósea, Morales recordó que esta médula, que se encuentra ubicada en el esternón, es el tejido que está dentro de los huesos. Sin embargo aclaró que: “Ya no se utilizan células que se extraen de la médula ósea, sino de la sangre, entonces, hablar de trasplante de médula ósea es un concepto antiguo”. Resumió que el trasplante de médula es un procedimiento quirúrgico en donde al donante se le hace una anestesia general, se lo pone en decúbito ventral y se lo punza en ambas crestas, para luego tomar las células hasta alcanzar un volumen necesario. Luego, se infunde el trasplante de CPH, el cual evidenció como técnicamente sencillo pero biológicamente complicado. “Como hemos destruido esa médula que fabrica el producto final va a comenzar a producir otro producto”, analizó. No obstante, el empleo terapéutico de la médula se realiza hace aproximadamente 50 años y sus resultados cada día mejoran.
En cuanto a la realización del trasplante, este puede ser realizado por medio de un donante emparentado o a través de un donante no emparentado. Este último requiere sangre de cordón, para lo cual se necesita un banco que reserve la capacidad y vitalidad de la célula. Consecuentemente, puntualizó los aspectos positivos del trasplante por cordón. Dentro de ellos, destacó que no tiene enfermedades, tolera mejor las diferencias inmunológicas y tiene menor exigencia de compatibilidad. “Esto es muy importante porque de los millones de donantes que tenemos, a veces no encontramos el donante compatible”, resaltó. Asimismo, recordó que los resultados son similares a los que resultan del trasplante de médula ósea o de sangre.
Hacia el final de su ponencia, se refirió a la medicina regenerativa, la cual está relacionada con una etapa netamente experimental. “Todo proceso de experimentación debe pasar por distintas fases, que demuestren que el procedimiento es seguro y que no hace daño. Luego se deben hacer protocolos en una población que usa esas células y en otras que no, para ver si tiene algún efecto positivo o no”, indicó. De esta manera, entendió que ese proceso debe ser controlado, es decir, el protocolo debe ser presentado a una autoridad sanitaria, que lo va a estudiar, rechazar o modificar. En el caso de que se dé la aprobación del protocolo, este no debe tener ningún costo para el paciente ni para la obra social, debido a que debe tener un sponsor. Además, añadió que el protocolo debe contar con el consentimiento informado y los avisos de cómo funciona. Así, hizo mención a los centros asistenciales chinos y expresó su desacuerdo con el comercio vil que realizan, ya que prometen curar o mejorar la calidad de vida de pacientes con parálisis cerebral, en donde no hay ningún protocolo serio o desarrollado, ni publicaciones internacionales, además de que tienen un costo excesivo.
“Todo proceso de experimentación debe pasar por distintas fases que demuestren que el procedimiento es seguro y que no hace daño. Luego se deben hacer protocolos en una población que usa esas células y en otras que no, para ver si tiene algún efecto positivo o no”, indicó el Dr. Víctor Morales.