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Año IV - Edición 74 15 de septiembre de 2005

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La historia del tango y el discurso jurídico y político

  • Notas

El discurso jurídico ha tenido diversas fuentes que le dieron contenido a través del tiempo. Y por qué no pensar que el universo social de la poesía y la música rioplatense lo han inspirado en gran parte. En mayo del año pasado la Facultad recibió la visita de Homero Manzi (h) y de Horacio Salas, quienes ilustraron sobre la vida de Manzi y su obra. Siguiendo con esta tonalidad, el 24 de agosto pasado, en el marco del Seminario Permanente de Historia de la Facultad de Derecho, el Instituto de Investigaciones Ambrosio L. Gioja invitó a una de las mayores autoridades en la materia, Oscar del Priore, para que nos instruyera sobre “La historia del tango y el discurso jurídico y político”.  Es de destacar que la Legislatura de la Ciudad declaró al evento de “interés cultural”.

El profesor Aníbal D´Auria, quien ambientó la velada con grabaciones hechas ad-hoc, se encargó de la presentación.
D´Auria se lució con ciertas reflexiones en torno a la relación tango-política. Así imaginó su propio abordaje de tan extraña relación con las siguientes preguntas: “¿Cómo se puede explicar un cambio tan radical, desde la muy politizada milonga al tan despolitizado tango, siendo aquélla la madre natural de éste? ¿Cuál fue la actitud de los hijos de la inmigración —socialistas y anarquistas— hacia el tango?

Su primera hipótesis es que la “despolitización del tango” respecto de la milonga se debe a la separación que se produce entre autor e intérprete: mientras en la milonga payadoril el cantor interpretaba sus propias obras y no temía expresar sus propias ideas y posiciones políticas, con la inmigración aparece el tango-canción; y los autores escriben ahora para otros que no necesariamente compartirán sus opiniones políticas.

Para contestar a lo segundo, se concentró en la figura de los protagonistas de los tangos que son casi siempre marginales y desclasados. De ese modo, entendió que es razonable que el anarquismo haya sentido más afinidad con el género, a parte por la visión negativa de la ley positiva que subyace en las letras.

A su turno, el maestro Oscar del Priore, con su voz portentosa y distinguida, se introdujo en los vericuetos del tango e indagó sobre su relación con la abogacía. Del Priore no trajo grabaciones pero deleitó al público con unas lecturas de exquisitez. Humildemente advirtió que la mayoría de las canciones que había encontrado no dejaban muy bien parados a los abogados y a los jueces. Eran más bien sátiras.

Este gran locutor recordó que el más famoso de los tangos con relación a la abogacía es uno sin letra, pero de gran belleza musical: Derecho Viejo, de Eduardo Arolas. El tema se estrenó en 1916 y fue dedicado al Centro de Estudiantes de Derecho. A su vez, fue interpretado por los más grandes, como De Caro, Pugliese, Piazzola, D´Arienzo, etc. Más tarde, en 1928, Juan Carlos Torri grabó su tema Bulincito Estudiantil a beneficio del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho. De esos primeros tiempos, dos tangos llevan el título Ave Negra; así se llamaba a procuradores y abogados que vestían de negro y no gozaban de buena fama por el turbio manejo de la ley. Uno de esos tangos, que era sin letra, fue compuesto por Buchardo en 1918 y una década después, el compositor Dante Alinyera escribió un tango homónimo con música de Cruz Montenegro.

Otro tango interesante, ahora con contenido social, fue uno de 1933, con música de Enrique Delfino y letra de Mario Batistella, que se llamaba Al Pie de la Santa Cruz, basado en la Ley de Residencia de 1902 que autorizaba al Poder Ejecutivo a expulsar a todo extranjero cuya conducta comprometiese la seguridad nacional. Claro que, si de alusiones despectivas respecto de la ley se trata, gana por lejos el tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo, compuesto en 1934.

Dentro de otro grupo, Del Priore ubicó tangos, milongas y versos que son discursos de reos que relatan su versión de los hechos al juez. Todos comienzan con Sr. Juez y allí los sospechosos se excusaban diciendo que habían delinquido porque tenían un código de honor que cumplir (mataban porque habían insultado a su madre o a su novia).  

Entre letra y letra, Del Priore también recordó abogados que tuvieron relación con el tango, como José Amuchástegui, que escribió uno muy famoso que se tocaba después del carnaval; León Benarós, que compuso el tango Oro y Gris; Luis Adolfo Sierra, gran historiador del tango; y el actual Gutiérrez Miglio, autor de varios libros. El pianista Lucho Repetto es también abogado y el Dr. Carlos Raúl Atuel Ocantos fue juez de instrucción y escribió Sólo se quiere una vez. También los escribanos tienen su tango, Protocoleando, de Osvaldo Pugliese, dedicado a Natalio Etchegaray, Escribano Mayor de Gobierno. Por supuesto destacó a Homero Manzi, que no fue abogado pero estudió en la Facultad de Derecho, y como estudiante escribió en 1928 sus 42 versos a la Facultad de Derecho. Uno de los últimos tangos que Del Priore recordó es Argentina Primer Mundo, de la recientemente fallecida Eladia Blázquez, en el que no se salvan ni los jueces.

Para terminar, he aquí los versos de Será Justicia de Gagliardi, primer colaborador de Aníbal Troilo: Sr. Juez de la sentencia/ que entiende el merengue mío/ a ver si me arregla el lío/ y me peina la condena/ francamente me da pena/ de que un hombre como Usía/ se meta en la vida mía/ siendo una cosa privada/ total, por esa pavada/ que hice los otros días// Yo sé bien que si Ud. busca/ dejo mucho que desear/ pero no puede negar/ que soy el rey de la furca/ la vida es café a la turca/ donde la borra se asienta/ y cada cual se la cuenta/ de acuerdo con lo que hace/ Ud. con la prima facie y yo con las herramientas/ Además queda muy feo/ como le dije en la audiencia/ que todo un juez de sentencia/ me venga a tratar de reo/ porque clarito lo veo/ de que a Ud. lo han chimentado/ y si estoy en su juzgado/ no ha sido porque he venido/ sino porque me han traído/ y de yapa incomunicado// Yo soy José Luis Rochepu/ alias El zurdo mojarra/ o el clavija de guitarra/ o el colora’o rompe huesos/ apelativos traviesos/ que salpican mi prontuario/ y por llevarme el campanario/ de una iglesia en construcción/ me bautizaron Ding Dong/ en la cárcel de Rosario// Además es denigrante/ que andemos a cada rato/ peleando a lo perro y gato/ todo un juez y un asaltante/ los dos vamos adelante/ con distintos pareceres/ y un solo fin: las mujeres/ a Ud. lo manda Justicia/ y a mí, la ñata Felicia, hija del rengo Paredes// Y olvídese por un rato/ de tomárselo tan enserio/ Si ya no tiene remedio/ ¡para qué revuelven tanto!/ menos fojas, menos autos y menos farolería/ y además querido Usía/ hay que ser más imparcial/ Ud. saluda al fiscal/ y a mí ni los buenos días// Porque a Ud. con microscopio/ yo me lo tengo observado/ porque soy un procesado/ que tiene su motus propio/ ya son tres los hábeas corpus/ que se empeña en rechazar/ es que Ud. para firmar, ¿qué necesita... una alfombra?/ tiene renglones de sobra y dice que no ha lugar// Ha visto que le decía/ la vida es café a la turca/ yo agarré para la furca/ y Ud. pa’ la abogacía/ y en eso querido Usía somos dos profesionales/ y si a Ud. en los tribunales/ le sacan mucho el sombrero/ también a mí donde llego/ me sacan las digitales// Y este asunto se ha corrido/ como el punto de una media/ y si Ud. se va de feria/ no me deje refundido/ es por eso que le pido/ que por ley de anule todo/ y no salpiquen de lodo/ la moral de un hombre apto/ a quien Ud. de ipso facto/ lo trató de grosso modo// Errare humanum est/ como dijo mi abogado/ que está en la celda de al lado/ por hacerse el japonés/ se limpió unos pagarés/ a nuevo como camisa/ y el asunto finaliza/ porque hablando entre nosotros/ en la calle hay cada rostro/ ¡Largame... y será justicia!