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Año IX - Edición 161 20 de mayo de 2010

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La Facultad de Derecho en los medios de comunicación

  • Notas

“El Bicentenario debe servir para reflexionar seriamente sobre la pobreza y para que la educación pública sea una educación para todos”, indicó la Decana Dra. Mónica Pinto

La Argentina contemporánea es el resultado, no acabado, de éxitos y fracasos, de vidas fructíferas y de vidas sesgadas por una visión pequeña, perversa e intolerante de los mecanismos sociales y del poder. La Argentina del siglo XXI no se comprende sin computar un pasado mediato de debilidad institucional, de desgaste de los liderazgos políticos, de desconfianza en la decisión del soberano y un pasado reciente de violación sistemática de los derechos humanos. La UBA ­que desde 1821 acompaña el desarrollo de la nación­ es, probablemente, una muestra válida del universo nacional en el que se inserta: brillante en el saber, rigurosa en la consagración de los méritos, combativa en el terreno político y social y, por ello, con víctimas por millares. La universidad pública argentina fue creciendo con el país y fue modelando su perfil. La Reforma de 1918 la democratizó, y el acceso a la educación universitaria de los sectores populares dio lugar al hoy famoso, e irrepetible, "mi hijo el doctor". La alternancia de gobiernos democráticos y autocráticos en el país también afectó a las universidades públicas.
La Noche de los Bastones Largos durante el gobierno de Onganía supuso el primer gran vaciamiento de la intelligentzia nacional. Las consecuencias de desapariciones, ejecuciones y torturas del gobierno militar de 1976-1983 profundizaron las heridas. El restablecimiento democrático permitió la regularización institucional de las universidades; profesores, graduados y estudiantes encontramos espacio para el debate, el acuerdo y el disenso. A estas alturas, la universidad pública argentina no sólo imparte conocimientos, sino que es un centro de reflexión, un ámbito donde se construyen concepciones del mundo. Por eso en este Bicentenario, la educación superior debe contribuir a la convivencia democrática, al respeto por el disenso y la diversidad, a promover un espíritu de solidaridad; debe generar oportunidades para quienes hoy no las tienen y debe contribuir a la transformación de nuestra sociedad. Más allá de los ideales, la hora es propicia para el compromiso de todos.