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Año XVII - Edición 315 20 de diciembre de 2018

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Trolling, fake news y violencia online. El impacto en el debate público

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El pasado 7 de noviembre, el Centro de Derechos Humanos y Amnistía Internacional Argentina organizaron la charla “Trolling, fake news y violencia online. El impacto en el debate público”. El encuentro se propuso discutir el uso de las noticias falsas, los abusos y agresiones en redes sociales y cómo ello incide en el debate público. De la actividad participaron: Azmina Dhrodia (investigadora sobre tecnología y derechos humanos en Amnistía Internacional, autora del informe “Toxic Twitter, violencia y abuso contra las mujeres en internet”), Ernesto Calvo (profesor de Ciencia Política, University of Maryland, Estados Unidos), Martín Becerra (profesor e investigador CONICET, UNQ, UBA) y Beatriz Busaniche (Fundación Vía Libre, docente UBA, FLACSO). Moderó el intercambio Mariela Belski (directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina). Martín Sigal, director del Centro de Derechos Humanos de la Facultad, ofreció las palabras de bienvenida.

En primer lugar, Martín Becerra sostuvo que vivimos la crisis de una concepción del mundo: “Cuando la convención del orden del sentido se rompe, se rompe también la ley, se rompe una relación representacional del lenguaje sobre sujetos, procesos, objetos que nombra y las convenciones se van quebrando. De esta manera, el contrato social acerca de lo que es verdad y de lo que no es verdad también se va rompiendo”.

En esa misma línea argumental, manifestó que “la desinformación, que está asentada en la ruptura de las representaciones que operan en la producción del sentido social, puede ser vista como síntoma y como emergente de una crisis que es una crisis de ese contrato social. Y ese contrato social, por lo que vemos en el escenario político en distintos países es la crisis de un contrato que también tiene a los derechos humanos como base”.

En tanto, Beatriz Busaniche afirmó que “el rol del Estado es garantizar a los ciudadanos el respeto de sus derechos fundamentales dentro de los cuales la libertad de expresión es uno pero no es el único. Hay que sopesar los derechos a la intimidad de las personas, la protección de datos”. En ese sentido, sostuvo que “las formas regulatorias exceden la existencia de una ley. Tienen que ver también con las propias regulaciones privadas de las plataformas, los términos de uso, el mercado, las implementaciones técnicas que las plataformas hacen”.

Luego se refirió al fenómeno de “guetificación” del pensamiento: “Cada vez hablamos más con personas que piensan como nosotros, cada vez se nos dificulta más el intercambio de ideas con personas que piensan distintito a nosotros. (…) El principio de libertad de expresión no está ahí para defender a aquellos que piensan como yo, que tienen la voz pública, sino y específicamente para defender a aquellos que dicen lo contrario de lo que yo quiero escuchar”.

A su turno, Ernesto Calvo expresó que para evitar los ataques que se dan en plataformas como Twitter es necesario “el trabajo conjunto de las organizaciones para presionar políticamente, coordinadamente con los actores políticos a estas compañías para que realicen los ajustes y puedan actuar sobre la información que uno tiene y sobre la que ellos también recolectan”.

En relación con el debate público, indicó que “los políticos solo hablan sobre los temas que dominan, cuando no los dominan lo que tienen que hacer es cambiar el eje. Para cambiar el eje en las redes sociales, dado que uno no tiene control sobre el otro grupo, la única forma de hacer es apagando ese debate y para hacerlo hay que toxificarlo: hay que agregar diálogo que es suficientemente agresivo para que la gente vacíe el espacio mediático”. En este marco, accionan los trolls. “Los trolls van construyendo redes en las cuales se van elevando como autoridades de la red, empiezan a tener cada vez mayor cantidad de seguidores, empiezan a producir información que circula más activamente porque empieza a haber actores dentro de esas comunidades que los empiezan a ‘retwittear’, ‘favoritear’ y construyen una legitimidad de origen en el espacio político”, concluyó.

Para finalizar, Azmina Dhrodia presentó el informe Toxic Twitter. “Es el resultado de una investigación que se llevó a cabo durante 16 meses tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido. Y abarca casos de mujeres que sufrieron abuso o violencia en Twitter. Son mujeres periodistas, bloggers, artistas e incluso mujeres que no tenían una cuenta tan relevante en Twitter”, comentó.

El objetivo del informe era mostrar la experiencia de las mujeres que sufrieron abuso en Twitter, cuál fue la respuesta de la empresa y cómo impactó esto en sus derechos: “Para Amnistía Internacional, los casos de abuso o de violencia implican amenazas directas o indirectas, casos de misoginia, transfobia y xenofobia, el acoso enfocado en una sola persona y también el toxing que es cuando se suben imágenes o información privada de una persona sin su consentimiento”. Y agregó que “los resultados muestran que las mujeres experimentan todas estas formas de abuso y la respuesta de Twitter es tanto inconsistente como inadecuada y como resultado las mujeres son silenciadas o sufren censura”.