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Año XX - Edición 351 25 de marzo de 2021

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Investigar a Alfonsín. La vida y obra del presidente Raúl Ricardo Alfonsín como objeto de investigación en el Derecho y las Ciencias Sociales

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El pasado 12 de marzo se llevó adelante la jornada "Investigar a Alfonsín. La vida y obra del presidente Raúl Ricardo Alfonsín como objeto de investigación en el Derecho y las Ciencias Sociales", en el marco del aniversario del nacimiento del presidente Raúl Ricardo Alfonsín.

La coordinación del encuentro estuvo en manos de Raúl Mariano Alfonsín y expusieron Liliana de Riz (Alfonsín y la Ciencia Política), Julio Montero (Alfonsín y la Filosofía Política) y Marcelo Alegre (Alfonsín y el Derecho Constitucional).
Organizaron la Cátedra libre "Estado de Derecho y Democracia Raúl Ricardo Alfonsín", el Programa "Cuestiones de Estado" y el Instituto Gioja.

Raúl Mariano Alfonsín brindó unas palabras introductorias y luego dio lugar a las exposiciones. “Cuando uno vuelve la mirada al proyecto político y a la acción política del principal protagonista de la transición democrática en Argentina, y cuando lo hace con la perspectiva de los años, no deja de sorprender cómo y cuánto crece la figura de Raúl Alfonsín”, introdujo Liliana de Riz. Luego remarcó: “Le devolvió la esperanza a la sociedad porque supo interpretar el ánimo de la sociedad en el momento en que le tocó vivir y, por otro lado, nos enseñó que la tolerancia era imprescindible para una convivencia pluralista en paz, en democracia y con fundamento en los derechos humanos” y tomó esta afirmación como una cuestión central y un aporte que le permite al Derecho, a la Ciencia Política y a la Teoría Política entender la envergadura de la contribución de Raúl Alfonsín.

Por otro lado, manifestó: “Alfonsín corrió la frontera de lo posible y lo hizo con coraje cívico y con responsabilidad de un liderazgo que supo apelar a la razón y a la emoción, supo convencer; y ese fue un liderazgo de reforma, de convergencia, en una sociedad con una larga tradición de desunión”.

Asimismo, planteó como una idea central para la ciencia política en el pensamiento de Raúl Alfonsín la construcción del ámbito del Consejo para la consolidación de la democracia porque “allí se debatieron un conjunto de reformas político-institucionales cuya gran meta era la modernización, la democracia participativa y la solidaridad y entendía que teníamos que tener mecanismos institucionales para perfeccionar la democracia”. A su vez, enfatizó que la política de derechos humanos fue una ruptura central con el pasado de impunidad y amnistías y señaló: “El aporte a la convivencia republicana, a la paz y a la democracia fundada en los derechos humanos realmente es un aporte central que hace que él siga siendo el protagonista central de la democracia y la referencia obligada para todos los argentinos cuando analizamos este presente”.

A continuación, Julio Montero se concentró en una serie aspectos del pensamiento de Alfonsín. “El primero es el humanismo y digo humanismo en el sentido más básico del término. Alfonsín entendía la política como una actividad centrada siempre en la persona humana. Esto se ve muy claro en el discurso de Harvard donde Alfonsín al mismo tiempo que le pega al liberalismo de laissez faire, también dedica media hora a rechazar el utopismo político en todas sus variantes”, indicó y agregó: “No es que estuviera en contra de las utopías, pero mirando el siglo XX se daba cuenta de que cuando el elemento utópico es muy preponderante engendra formas de autoritarismo que terminan desplazando a la persona del centro de la escena, lo convierten en un mero medio para conseguir alguna meta superior”.
Además, sostuvo que la concepción humanista de la actividad política que tenía Alfonsín se combina con dos elementos más específicos: la idea de que los derechos humanos son la plataforma común sobre la que se asienta la vida democrática y su mirada liberal y profundamente pluralista de la democracia. “Para Alfonsín la democracia no era solamente una arquitectura funcional a un modo de gobierno, no se reducía a un mecanismo que nos permitía superar los desacuerdos sin recurrir a la violencia o agarrarnos a los tiros. Para Alfonsín la democracia era una forma de vida colectiva y esa forma requería una cultura de respeto activo por las minorías electorales”, remarcó y concluyó: “Alfonsín no es solamente un político que pensó el pasado de maneras innovadoras, sino que también nos sigue marcando un rumbo para el futuro y ese rumbo al que les investigadores podemos darle visibilidad y mostrarlo como un camino posible y filosóficamente coherente es el de reconstruir un ideal de democracia liberal que entiende a la libertad de una manera sustantiva porque involucra un compromiso con el desarrollo social, pero también porque es una cultura y una forma de vida que demanda respeto por el pluralismo, disposición al diálogo y sobre todo confianza en que existe un bien común que se puede encontrar por la vía deliberativa”.

Por último, Marcelo Alegre se propuso demostrar de qué manera la obra política de Alfonsín contribuye a iluminar cuestiones actuales y urgentes, incluyendo varias que ocupan el centro del debate hoy en la teoría de la democracia, el derecho constitucional y la filosofía política.

Para comenzar, se refirió a su política de memoria, verdad y justicia. “Pienso que no se le da el suficiente valor y hasta se ha pretendido de manera sectaria eclipsar o distorsionar el legado histórico de Alfonsín en materia de derechos humanos”, sostuvo y agregó que dentro de esta política está: la derogación de la ley de autoamnistía, la creación de la CONADEP y el juicio a las Juntas. “No se dimensiona correctamente la profundidad, originalidad y alcance de esas iniciativas”, opinó y marcó que una de las claves para reflexionar, estudiar y profundizar es la enorme solidez jurídica que tuvo el gobierno de Alfonsín. En este sentido, destacó la celeridad con la que se llevó a cabo el juicio a las Juntas: “A menos de dos años del comienzo del gobierno de Alfonsín ya estaba la sentencia de la Cámara Federal en el primer juicio oral y público que conocimos, en el que desfilaron decenas de testigos con la enorme complejidad que acarreaba”.

Luego se enfocó en la concepción de la democracia representativa de Alfonsín y, en este marco, también se refirió a los mecanismos de participación como los referéndums y los plebiscitos. “Estos mecanismos son atractivos a primera vista, pero hay algunos problemas como el riesgo de que sean manipulados para circunvalar el diálogo democrático o su uso para consolidar liderazgos autoritarios”, detalló y se preguntó qué lugar deberían ocupar las herramientas de democracia semi directa en una democracia constitucional y bajo qué condiciones es legítimo que un gobierno convoque a una consulta popular. Para responder esta pregunta sostuvo que se puede tomar la consulta popular sobre el Beagle de 1984. “Cuando uno compara con plebiscitos que en nuestra región en su mayoría se usan para consolidar el poder del presidente, para terminar con herramientas de control en la constitución, para consolidar sistemas de partidos únicos, fíjense ustedes las condiciones que se dieron para la convocatoria de Alfonsín: era una cuestión de eminente interés público, no se trataba de fortalecer los poderes del presidente (...). Esta decisión de Alfonsín de alguna manera aporta a una teoría acerca del uso adecuado y democrático de los mecanismos de democracia directa”, desarrolló.

Hacia el final, se refirió al núcleo de coincidencias básicas como una de las contribuciones de Alfonsín: “Esta idea de restringir la capacidad de acción en la convención constituyente de los temas más importantes de manera que se respete un consenso político en todos los tramos de la reforma constitucional. Por más antipático que resulte algo como el núcleo de coincidencias básicas va a ser necesario cuando en unos años o en unas décadas el país encare una revisión de su constitución”.

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