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Año XIV - Edición 248 21 de mayo de 2015

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Fraternidad y educación: la experiencia de la Ciudad de Buenos Aires

  • Notas

Organizada por el Departamento de Ciencias Sociales, el 4 de mayo tuvo lugar la conferencia “Fraternidad y educación: la experiencia de la Ciudad de Buenos Aires”, a cargo de Carlos Regazzoni (Viceministro de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).

Tras las palabras introductorias del Eduardo Stordeur, Enrique Del Percio (Codirector Programa Internacional de Estudios sobre Democracia, Sociedad y Nuevas Economías - UBA) agradeció a las autoridades de la Facultad el apoyo permanente que se brinda. También se refirió al expositor, describiéndolo como “un intelectual destacado”. “Hay muchos políticos, no sé si son mayoría, pero está claro que no son pocos, que en los distintos partidos tienen una pasión por el bien común”, remarcó.

Por su parte, Carlos Regazzoni explicó que tanto la educación, cualquiera sea su definición, como la fraternidad le sugieren el problema general de la comunidad política. “Es imposible concebir el fenómeno educativo y concebir la realidad de la fraternidad sin ahondar la problemática de la comunidad política”, remarcó Regazzoni. En este sentido, el expositor manifestó que lo único que es subsistente es la comunidad política, no existe la realidad humana individual ni la realidad humana familiar, pero sí existe la realidad humana comunitaria. Asimismo, hizo referencia a dos tipos humanos, el tipo humano tradicional, recíproco, igualitario, permanentemente testigo de la inmaterialidad del mundo y no económico; y el tipo humano moderno, urbanizado, dominado, tecnificado y parte de un sistema productivo como eje de su existencia. “Son como dos aspectos de la interioridad de lo humano que persisten a lo largo de la historia”, adicionó. Posteriormente, el orador se preguntó si nuestra educación es iniciación a la simbiosis con la naturaleza mediante la mimesis y si nuestra fraternidad es resultado de un vínculo sanguíneo-biológico entre los hombres expresada en una reciprocidad igualitaria que obedece sobre todo al principio de inmaterialidad. “Tanto nuestros vínculos horizontales como nuestra educación, ¿se basan en la existencia del espíritu o nuestra educación es asimilación a la técnica, la urbe y el poder centralizado, que avanza sobre el concierto de la naturaleza afirmando el protagonismo del hombre, negando lo inmaterial y estableciendo el principio de dominación?”, expresó. En la misma línea argumental, sostuvo que cuando se debate el problema de la educación o de los vínculos entre los seres humanos no se puede escapar a esta doble visión del mundo. Del mismo modo, comentó que la asunción de Evo Morales como presidente de Bolivia fue una prueba clarísima de que el tipo humano tradicional no está extinto, sino que convive en nosotros.

Por otra parte, Regazzoni observó que la vida urbana, material, económica y centralizada es inseparable de las jerarquías y la dominación. “La realidad compleja y variada que implica la sociedad cosmopolita es inescindible de una relación social asimétrica fundamentada en pautas económicas. La cantidad de bienes materiales y servicios que hay que producir para generar ese tipo de convivencia hace imposible que no existan formas de servicio, e incluso de explotación”, puntualizó. Además, mencionó dos aspectos que se repiten en el fenómeno educativo a lo largo de la historia y cuya repercusión respecto de la forma en que tenemos los seres humanos de vincularnos es inmenso: el trabajo físico y la ciencia. “La educación es trabajo físico y conocimiento de la realidad”, analizó. Así, examinó que los seres humanos somos interiormente ambas cosas, un tipo tradicional que habla de nuestros orígenes, de cuando vivíamos en esas pequeñas sociedades igualitarias gobernadas por la reciprocidad; y somos también urbe, gobierno centralizado y técnica. “Eso impactó directamente a lo largo de la historia en la forma en que explicamos nuestros lazos horizontales. En el caso de la educación, algo pasa en los seres humanos por lo cual nos educamos de una manera y las dos formas, la tradicional y la moderna, van piloteando esta dicotomía de lo físico y lo científico”, desarrolló. En lo atinente a la fraternidad, consideró que su dilema se dirime entre lo simple y lo complejo, lo familiar y lo organizacional, entre el todo en todos o la parte en un conjunto. “Me pareció que no hay una solución al dilema. Lo monstruoso es enfatizar uno de los lados”, declaró. Consideró que la única solución posible al dilema es la vigencia del dilema. “La educación debería conservar, y en Argentina probablemente incrementar, su naturaleza dialéctica. Todos tenemos que estar expuestos a las dos cosas porque necesariamente en la vida real vamos a estar expuestos a las dos dimensiones, porque estamos constituidos por las dos dimensiones”, señaló.

“Es imposible concebir el fenómeno educativo y concebir la realidad de la fraternidad sin ahondar la problemática de la comunidad política”, remarcó Carlos Regazzoni.