Elevar nuestra voz a los constituyentes las peticiones de mujeres ante la reforma constitucional de 1949
El 21 de octubre se realizó un nuevo encuentro del Seminario Permanente de Investigadoras/es del Instituto Gioja. En esta ocasión, el título de la reunión fue "Elevar nuestra voz a los constituyentes: las peticiones de mujeres ante la reforma constitucional de 1949" y disertaron Leticia Vita y Julieta Lobato. El comentario estuvo a cargo de Laura Saldivia Menajovsky.
La actividad fue organizada conjuntamente con el Seminario de Género del Instituto Gioja.
En primer lugar, Leticia Vita comentó que el trabajo que se presentaba se desarrolló en el marco de una investigación más amplia que iniciada en el año 2016 con distintos proyectos UBACyT sobre la reforma constitucional de 1949. “Tras constatar que era un episodio de nuestra historia constitucional muy poco trabajado desde un punto de vista empírico, mucho más debatido, polémico que realmente trabajado. Y este déficit empírico, también se evidencia en otros procesos constituyentes del siglo XX, o tal vez en comparación no tanto con los del XIX”, señaló y agregó que “consideramos que este trabajo pretende ser un aporte al Derecho Constitucional y a la teoría constitucional y no solo a la historia constitucional”.
En ese sentido, agregó que invita a pensar la participación de las mujeres en los procesos constituyentes en la región y que se trate de una mirada histórica que dialoga con el presente. Luego destacó tres consecuencias de trabajar con esta fuente historiográfica: las peticiones de mujeres ante la Constituyente de 1949. “Mirar las peticiones es también recuperar esas voces que no son las tradicionalmente legitimadas por el derecho constitucional. Mirar al ‘49 sin mirar exclusivamente a Sampay, pero atendiendo a sus ideas, sino mirando a la participación o la mirada de estas mujeres de trabajadores o de otros sujetos que no forman parte del derecho constitucional normalmente. Nos permite plantear una historia constitucional desde abajo y sobre todo, en diálogo con la historia social”, planteó. Por otro lado, comentó que “consideramos que es un trabajo con una fuente que realmente está inexplorada, a diferencia de la profunda atención que tuvieron las cartas que fueron enviadas a Perón y también a Eva durante el Primer Plan Quinquenal en 1951”. Finalmente, aclaró que “mirar estas fuentes tiene un valor en sí mismo, aunque estas peticiones, aunque estos reclamos no hayan impactado en el derecho positivo, no estén en el texto de la Constitución. Porque mirar estas expectativas en términos de derecho vale aun cuando el texto sancionado haya hecho oídos sordos a esas reivindicaciones, porque nos ayuda a completar la foto”.
En tanto, Julieta Lobato retomó una idea desarrollada por las profesoras Julieta Suarez-Cao y Verónica Undurraga en una actividad previa sobre reforma constitucional con perspectiva de género. “Tiene que ver con pensar las reformas constitucionales no tanto en términos de producto final, sino como proceso, es decir, de centrar la mirada del texto realmente sancionado y atender un poco más a qué es lo que pasa en el antes, en el durante y en el después”, indicó y sumó que “nuestro trabajo se posiciona en cuáles fueron las representaciones de los roles de las mujeres y cómo las mujeres tensionaron esos roles en la Asamblea Constituyente, tomando también un posicionamiento desde la historia crítica que implica entender a la historia no como un proceso lineal, homogéneo y mucho menos evolutivo, sino como un proceso con marchas y contramarchas, con disputas de sentidos abiertas”.
Asimismo, compartió tres reflexiones a modo de disparador. “La inquietud que recorre en gran medida el texto es una pregunta acerca de cómo se construyen en ciertas producciones jurídicas los significados culturales que se imprimen sobre los cuerpos sexuados y cuáles son las tensiones que se juegan en ese ínterin. Justamente las representaciones de adentro de esa puerta, de adentro de ese recinto y las tensiones a las problematización que estaban golpeando a esa puerta”, puntualizó. En segundo lugar, postuló que “el trabajo con las peticiones lo que nos mostró que los reclamos de las mujeres en relación con el proceso constituyente del ‘49 producen al menos dos series de dislocaciones. En primer lugar, con relación a la categorización de ‘derechos’, las peticiones de las mujeres amalgaman diversos reclamos sin fines diseccionarlos o sin identificar si son derechos civiles, derechos políticos o derechos sociales. (...) Esto dispara ya algunas preguntas que tienen que ver con qué pasa cuando se hacen estas traducciones de lo social, que por definición es complejo y conflictivo, se podría decir, al discurso de los derechos, no al discurso jurídico que tiende a estandarizar y homogeneizar. Y la segunda serie de dislocaciones que producen estas peticiones tienen que ver con una crítica clásica de los feminismos al derecho que es la separación público-privado”. Por último, expresó que “me pareció interesante traer al debate que trabajos como el que presentamos y algunos otros que provienen de la historia de las mujeres, no digamos del campo del derecho netamente, nos permiten en alguna medida revisitar cuáles han sido los vínculos entre los movimientos de mujeres o los feminismos y el derecho”.
En tanto, remarcó el desafío que representa trabajar con esta fuente: “En gran medida se trata de traer a la superficie, de hacer audible un silencio. Y esto me parecía muy elocuente para cruzar con algo que ha escrito una pensadora feminista lesbiana norteamericana, Adrienne Rich, que decía que ante un silencio siempre hay que hacerse dos preguntas: qué voz está rompiendo el silencio y qué silencio se está rompiendo”. Y añadió que “el trabajo con estas peticiones lo que nos muestra es que la voz que rompe el silencio es una voz otra, una voz desterrada, una voz marginada en algún punto, que es la voz de estas mujeres. Y justamente las mujeres en sus peticiones decían esto, las mujeres que no votamos tenemos la palabra. Y por otro lado, el silencio que se rompe es un silencio espeso, un silencio compacto, un silencio de sumisión”. Así que con eso termino y ya estamos abiertas al debate”.
Seguidamente, Laura Saldivia Menajovsky realizó una serie de comentarios al artículo. “Algo me parece muy lindo del trabajo es justamente cómo integra la perspectiva de género con varias disciplinas como la historia, el derecho, pero además también en relación con otros campos de investigación dentro de estas mismas disciplinas”, explicó.
En esa misma línea argumental, manifestó que “otro aspecto muy interesante es la metodología que utilizan, el análisis desde abajo. Pensar a las mujeres organizadas, agrupadas, ir de ahí a lo social y desde abajo contar esta historia”. A partir de las intervenciones de las autoras, afirmó que “Julieta acaba de agregar algo que no está tan marcado en el trabajo y que de hecho es parte de una reflexión que me había quedado haciendo eco cuando lo leí ahora la segunda vez, que es que ese desde abajo no se refiere solo a las personas que están siendo objeto de investigación en el trabajo, estas mujeres organizadas, sino que además está haciendo referencia a la desconcentración del hacer del conocimiento jurídico”. Y sumó que “es algo súper importante la búsqueda justamente de un buen hacer jurídico, político también y social con el trabajo local que hacen estas mujeres, ir a la búsqueda de eso y hacer ese quiebre con estos modelos que como decía Julieta, han sido importados y han tenido su utilidad también metodológica para analizar, pero claramente está faltando esa mirada sobre lo más autóctono”.