El problema de las minorías: universalidad y justicia
El 26 de septiembre pasado el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad invitó a la profesora Ángela Boitano Gruettner (Escuela de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales, Chile) a dar una charla a la que tituló "El problema de las minorías: universalidad y justicia". La actividad fue coordinada por el profesor Enrique Del Percio.
En primer término, Ángela Boitano Gruettner compartió sus experiencias y estudios en torno a las minorías subordinadas emergentes, con especial referencia a la situación del pueblo Mapuche. De esta manera, explicó que los Mapuches ocuparon el sur de Argentina y Chile, pero que luego fueron reducidos paulatinamente, y en la actualidad en Chile existen noticias de que este pueblo toma ilegalmente predios que en realidad eran de ellos.
Reflexionó, además, sobre el denominado diálogo fallido entre el Estado-Nación chileno y el pueblo Mapuche, que se encuentra manifestado en términos de violencia. Chile hace 150 años que desconoce todos los tratados que los Mapuches terminaron haciendo con los españoles. La elite chilena es quien construye el Estado-Nación que se funda bajo la idea de un Estado homogéneo, tanto cultural como étnicamente. A partir de esto, la expositora reflexionó, a lo largo de toda su exposición, sobre el valor de la homogeneidad, por qué el ser iguales es un valor, y refirió a que puede ser tanto un valor democrático como una trampa.
Siguiendo con esta breve introducción histórica, comentó que la elite chilena del siglo XIX se caracterizó por el decisivo rol que cumplió en la configuración del Estado y porque tiene, incluso en la actualidad, un intrincado vínculo con el área económica, es por ello que las relaciones comerciales se solidifican y se reproducen socialmente, se transmite de generación en generación el valor de esta homogeneidad.
Hasta la independencia, los Mapuches tienen una “buena imagen”. Sin embargo, les precedieron años trágicos en los que el Estado chileno adelantó la línea de frontera, reduciendo por la fuerza y por la ley a los Mapuches a vivir en pequeñas reducciones (tierras pequeñas y pobres). El trato que el Reino de España dio a los indígenas se transforma bajo el pueblo chileno en una dominación abierta y conflictiva.
El afán expansionista, explicó la oradora, no tiene sólo un motivo económico, es además acompañado de una caracterización a los Mapuches en un lugar subalterno. Esta representación que se forma en el mundo hispano-criollo acerca de los indígenas está sustentada en la idea de la superioridad racial.
Volvió a referirse a la porfiada valoración de lo homogéneo y ordenado como lo correcto y civilizado, que requiere por lo tanto de la represión o por lo menos de la invisibilización de la etnicidad, que representa lo incorrecto, lo salvaje.
Expresó, además, que cuando se socializa una lengua, no sólo se trata de comunicar sino de imponer un nuevo discurso de autoridad, metáforas, eufemismos, términos de referencia, una representación del mundo social, excluyente de las identidades locales. El Estado produce así categorías personas, entre ellas la marginal, el otro, y ofrece como medio de integración a las minorías la homogeneización, la cual implica que sus miembros se transformen en ciudadanos con las consecuencias, a veces negativas, que eso supone.
Muchos Mapuches se han hecho miembro no por convicción sino por obligación o mera conveniencia. Se transforman y adoptan identidades devaluadas e incongruentes.
En este sentido, señaló que “cuando desaparece una lengua no sólo se destruye cierto universo de representaciones, sino todo el mundo de relaciones sociales que animaba ese mundo”.
Se refirió también al Estado liberal, al mercado y al conflicto que se ha ido tejiendo entre varios actores, ninguno de los cuales se hace cargo de la cuota de responsabilidad que les cabe y concluyó que las leyes democráticas que gobiernan a los pueblos son el resultado de decisiones colectivas, por lo que se reclama el derecho a ser reconocidos como pueblo y a que su voz sea escuchada en un diálogo del cual se derivan decisiones que tuvieron consecuencias para la vida significativa de ellos.
“Cuando desaparece una lengua no sólo se destruye cierto universo de representaciones, sino todo el mundo de relaciones sociales que animaba ese mundo”, señaló Ángela Boitano Gruettner.