El juez y el historiador: el problema de la reconstrucción de los hechos pasados
En una jornada realizada el 3 de junio pasado en el Departamento de Derecho Procesal, el profesor de nuestra Facultad Alejandro Verdaguer y el Licenciado en Historia, Carlos R. Ferraro, expusieron en la primera jornada sobre “El juez y el historiador: el problema de la reconstrucción de los hechos pasados”, donde se analizaron, entre otras cuestiones, el método de la Historia y su posible aplicación en el Derecho.
En primer término, Alejandro Verdaguer destacó que tanto el juez como el historiador deben reconstruir hechos y deben dar cuenta de esa reconstrucción. “Creo que uno de los defectos que tenemos en la Facultad es que estamos muy ensimismados en nuestra disciplina y no nos abrimos a la interrelación”, advirtió. En este sentido, citó el voto de Zaffaroni en el fallo Casal, donde el prestigioso juez expresa que la reconstrucción de los hechos que realizan los jueces no queda librada a cualquier pauta o hermenéutica, sino que menciona a los historiadores, quienes tienen una hermenéutica propia, a la cual deben recurrir los jueces. Sin embargo, Verdaguer se cuestionó acerca de si los historiadores tienen un solo método.
A continuación, Carlos R. Ferraro remarcó que los historiadores tienen problemas con el método. “La Historia es una ciencia social, y como en todas las ciencias sociales, el problema metodológico es importante porque varios métodos compiten”, explicó Ferraro. El orador se refirió a que los primeros historiadores empleaban la evidentia in narratione, es decir, tratar de darle vividez a un relato para contar un hecho. “Esta vertiente va a atravesar la Historia hasta el Medioevo y los primeros años de la Modernidad”, agregó Ferraro. La anticuaria y la recopilación de datos se comenzaron a juntar con la Historia cuando esta se transformó, con el positivismo, en una ciencia social. “La base para que la historia sea una ciencia social pasa también por tener una documentación suficiente como para respaldarse”, aseveró Ferraro. De esta manera, los autores positivistas también comienzan a observar la Revolución francesa y la aparición de Napoleón. “Muchos historiadores empiezan a analizar la Historia desde el punto de vista de juez o fiscal, el que acusa o el que toma partido”, destacó Ferraro. También aparece otra vertiente que sostiene que el historiador debe ser un narrador objetivo y ausente. Esta vertiente busca la neutralidad y aparece mucho en la historiografía inglesa. “El historiador no toma partido, mira desde lejos y solamente con mirar los documentos alcanza”, describió Ferraro. Cabalgando entre las dos corrientes, aparece junto con la formación de los Estados Nacionales la idea de una historiografía oficial, que construye la Historia de la Nación. Esta historiografía busca exaltar algunas figuras como los hacedores de la Patria y también está vinculada con la construcción de una nacionalidad. “Muchas veces ha dejado de lado algunas cosas el pasado porque se requiere dar unidad a un montón de reinos y repúblicas separadas, que tienen que conformar una Nación”. En el siglo XX, la historiografía francesa realiza una revisión y aparecen los primeros historiadores sociales, quienes buscan otras fuentes y otros modelos de análisis. En este sentido, la Escuela de los Annales comienza, sin apartarse de todo de los documentos, a hablar de la historia social, donde no se refieren al personaje sino a la historia colectiva y surge la construcción de arquetipos.
Retomando la palabra, Verdaguer sostuvo que el juez reconstruye hechos porque tiene un conflicto, y la función del proceso es resolver un conflicto. “El juez, fiscal o abogado, cuando da una versión de los hechos tiene que construir y tiene que justificar”, afirmó.
En relación a la prueba, Ferraro sostuvo que para los positivistas, la prueba o evidencia se relaciona con la verdad, con lo que pasó. En el siglo XX, aparecieron quienes sostienen que la prueba es la prueba y solo me habla de eso, por lo que no puedo inferir nada. “La evidencia pasó de ser un cristal a un muro, ya que para algunos historiadores no me permite hacer nada”, explicó Ferraro. En este sentido, el orador sostuvo que lo que uno debería empezar a pensar es que la evidencia es un vidrio que puede deformar la realidad, y para analizarla, se debe tomar en cuenta el contexto y desde qué lugar se la mira.
Por su parte, Verdaguer hizo referencia a que cuando la lingüística comienza a analizar el discurso, toma en cuenta quien enuncia y en qué momento lo hace. “Los jueces leen las pruebas para decir cómo fueron los hechos (…) Cuando uno enuncia, uno se hace cargo de lo que está enunciando. Los jueces, ¿cómo escriben una sentencia? ¿Nos hacemos cargo de la reconstrucción de los hechos o los hechos están ahí y uno los lee?”, diferenció Verdaguer. En este marco, Verdaguer se cuestionó acerca de las diferencias entre utilizar la primera y la tercera persona, y las diferencias entre escribir en el tiempo verbal presente y pasado.
Posteriormente, Ferraro aseveró que el método científico para las ciencias humanas es complicado, porque desde determinadas observaciones busca construir algo general, y tiene que ver con lo cuantitativo. Algunos autores, como Carlo Ginzburg, buscan plantear otro paradigma, que tiene que ver con los indicios. Este historiador italiano analiza distintos personajes del siglo XIX, como Morelli, Freud y Conan Doyle, quienes presentan un lazo común, teniendo en cuenta que los tres son médicos y debido a esto hay una especialización en algunos detalles.“Estos rasgos de la medicina, para Ginzburg tienen que ver también con un conocimiento primario del hombre (…) Hace seis millones de años a esta parte, el hombre de especializó en seguir rastros, huellas, indicios”, señaló Ferraro. El orador también indicó que los primeros sacerdotes, adivinos y médicos tienen el poder de interpretar las huellas de determinados animales para adivinar el futuro, las cuales tenían que ver con fenómenos naturales.
Hacia el final, Ferraro sostuvo que si pensamos al Derecho como ciencia social, el método científico puede no caernos bien, pero “podemos pensar que hay otros paradigmas, que tienen que ver con lo indiciario, mucho de golpe de vista y mucho de intuición, pero que en el fondo tiene que ver con los inicios del hombre y sus orígenes”, concluyó Ferraro.
“La Historia es una ciencia social, y como en todas las ciencias sociales, el problema metodológico es importante porque varios métodos compiten”, explicó Carlos R. Ferraro.