El futuro de la OMC
De buenas a primeras, la dificultad para llegar a consensos sustentables en el ámbito de la Organización Mundial de Comercio —debida, por un lado, a que los países desarrollados se oponen a eliminar los subsidios agrícolas en sus economías, y, por otro, a la proliferación de tratados bilaterales de libre comercio entre aquéllos y algunos países emergentes—, llevó a que por estos días surgiera la urgente inquietud por “El futuro de la OMC”. Bajo dicho título se organizó el 26 de octubre una conferencia en nuestra Facultad, a la que fueron invitados a participar los especialistas brasileños Dres. Welber Barral y Luíz Pimentel (Profesores de Derecho Internacional Público y Propiedad Intelectual de la Universidad de Santa Catarina, Brasil) y el embajador argentino Dr. Néstor Stancanelli (Director de Negociaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la República Argentina) para darnos su impresión sobre qué le espera a dicho organismo internacional.
Para introducir la charla, el Dr. Carlos Correa (Director del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico de nuestra Facultad —CEIDIE—) hizo una breve presentación de los disertantes y preparó el clima para las exposiciones posteriores. “Estamos en este momento en una situación crítica”, afirmó Correa como punto de partida, y explicó que las negociaciones comerciales en el ámbito de la OMC se hallan actualmente suspendidas y no se avizoran por el momento ni canales de diálogo ni soluciones próximas a los problemas que aquejan al bloque de países que integra Argentina.
En primer orden, el Dr. Welber Barral, asiduo visitante de nuestra casa donde también ha dictado cursos sobre la materia recientemente, comenzó haciendo un breve repaso de la evolución de las negociaciones en el marco de la OMC desde la Ronda de Doha, celebrada a fines de 2001. Según recordó, en esta última se había logrado una serie de acuerdos, sobre todo en materia de salud pública y eliminación de subsidios, lo que constituyó un alentador avance para los países en desarrollo.
“No debemos olvidar que Doha se celebró apenas sucedido el atentado del 11 de septiembre”, acotó Barral quien sugirió que en realidad aquella reunión ministerial sirvió más que nada para salir de una situación política de extrema tensión para los países desarrollados.
Después de 2001, nunca se pudo llegar a ningún consenso parecido dentro de la Agenda para el Desarrollo. Se volvieron a juntar los delegados en la Conferencia de Cancún en 2003, pero allí, según contó nuestro invitado, la presión estadounidense era muy grande y no se pudo llegar a ningún acuerdo importante; aunque, como resultado accesorio, permitió que los países emergentes formaran un bloque sólido y acordaran algunas pautas en común. La última reunión se llevó a cabo en Hong Kong en 2005, pero ya en ese momento las expectativas eran bastante bajas y se llegó a la conclusión de que sólo una agenda mínima podría llegar a negociarse.
Los temas más difíciles de acordar son aquellos que hacen a los subsidios agrícolas y al dumping. Actualmente, las asignaturas pendientes en agricultura son tres: el acceso a los mercados, las subvenciones a la exportación, y los subsidios internos. Allí, todavía resta definir la modalidad de negociación y existe un acuerdo para eliminar los subsidios en 2013. Lo que se agrega ahora, es que aparece la definición de “productos sensibles” que podrían ser excepcionados de cualquier tipo de acuerdo. El mandato que salió de Hong Kong es terminar con las negociaciones sobre este tema en 2006.
Un tema nuevo que se suma a la agenda es la facilitación del comercio. Esto significa, reducir la mayor cantidad de barreras burocráticas para el intercambio de bienes. En Hong Kong se aseguró la continuidad de esta discusión.
Por otro lado, Barral mencionó las cuestiones de la solución de controversias, que no ha avanzado mucho, del medio ambiente, que tampoco tuvo demasiado desarrollo, y de tecnología, que se encuentra en la misma situación. Recientemente, se está comenzando a introducir el problema de la pesca, que involucra distintos aspectos en negociación. El problema para este profesor es que las trabas actualmente existentes hacen que se proyecten planes muy bienintencionados que terminan preservando las medidas nacionales.
“En términos realistas, en el corto plazo, o no sale nada o sale un acuerdo mínimo”, sostuvo nuestro disertante, argumentando que recién en mayo de 2007, cuando se concluya el mandato del delegado norteamericano en la OMC, podrá vislumbrarse alguna mejor perspectiva.
Concluyendo, Barral sugirió que, entre tanto, los países en desarrollo deberían aprovechar para poner en aplicación los acuerdos ya consensuados y estudiar más a fondo las consecuencias de todas las negociaciones llevadas a cabo hasta ahora.
Acto seguido, continuó con la exposición el Dr. Luíz Pimentel, quien comenzó leyendo párrafos de un discurso del Director General de OMC, Pascal Lamy, del 18 de octubre pasado ante la Comisión de Comercio Exterior del Parlamento Europeo, donde aquél expresó que “el fracaso de las negociaciones comerciales no sería una gran perturbación económica causante de fracturas en los mercados, sino algo parecido a una enfermedad de evolución lenta que debilitaría lentamente el cuerpo del sistema multilateral del comercio que se ha venido construyendo en los últimos 50 años”.
Luego, Pimentel desvió la mirada hacia el tema que es de su especialidad que es la propiedad intelectual. “Desde la Ronda de Uruguay no ha habido mayor desarrollo” —sostuvo. El problema principal en el derecho de patentes es que toca un punto crucial de la economía, como es la tecnología. Ésta es mayormente creada en países desarrollados, quienes se muestran reacios a transferirla a otras regiones sin protección legal adecuada porque así evitan una mayor competencia. Pero además de eso, Pimentel explicó que los obstáculos básicos en torno a la transferencia de tecnología se dan por los altos costos y la dificultad de asimilar fórmulas ajenas a medios de producción internos.
En ese sentido, nuestro invitado estimó que los países en desarrollo deben realizar una autocrítica por la falta de asignación de recursos a innovaciones. No obstante, Pimentel rescató que en el marco de la OMC se han obtenido algunos logros en ese sentido, aunque no debe perderse de vista que muchas veces lo que se gana por un lado se cede por otro. La cuestión es cómo hacer para que los beneficios de las tecnologías se distribuyan en toda la sociedad y no sean gozados solamente por las grandes empresas.
Hoy por hoy, los temas pendientes en materia de propiedad intelectual tienen que ver con los derechos de patentes, el acceso a los medicamentos y la aplicación de principios poco favorables. Por su puesto —aclaró Pimentel— el bloque Sur-Sur brega por una reducción de la protección y una mayor amplitud hacia el bienestar general.
Para terminar con su aporte, el profesor reconoció que “aún estamos lejos de los estándares deseados”, aunque no descartó que se puedan suceder avances negociando entre regiones aliadas en estos temas.
Más tarde, Néstor Stancanelli, desde una visión diferente, expresó que “cada vez hay una mayor ampliación de los mercados”, que recién se estaría dando a nivel continental. Para nuestro funcionario, es esperable que la liberalización del comercio cause desajustes y problemas que hacen al natural acomodamiento de medios y recursos, y por también es razonable que los Estados tomen una postura tendiente a proteger a la población de ello. Se trata, según él, de encontrar una “armonía”.
Por otro lado, recordó que las negociaciones comerciales empezaron hace casi 60 años con el GATT (General Agreement on Tariffs and Trade) donde se acordó liberalizar algunos intercambios con la finalidad principal de fomentar el desarrollo de la Europa de posguerra y Estados Unidos se garantizase un acceso rápido a esos mercados en recuperación. En aquel convenio se permitía que los países europeos celebraran acuerdos regionales entre sí para excluir a la URSS, pero eso era una excepción, a contrario de lo que hoy sucede. Lo primero que se liberalizó en este sistema era el intercambio europeo, hasta que comenzaron a darse contradicciones al constituirse la Comunidad Europea con sus acuerdos agrícolas fuertemente protegidos.
Fue por esto último que entraron en escena los países en desarrollo, quienes comenzaron a exigir que se redujeran los subsidios a la agricultura. Sin embargo, hasta ahora, según sostuvo Stancanelli, no se ha dado una mayor apertura, más allá de la asignación de cuotas a determinados países como el nuestro (ej. Cuota Hilton). El problema, para este embajador, es que no son sólo las barreras arancelarias las que dificultan el desarrollo del comercio, sino también la falta de conocimientos, la falta de tecnología, la falta de propiedad intelectual, los grupos de intereses, etc.
De esta manera, Stancanelli, complementando su exposición con algunos cuadros estadísticos, entendió que la discusión debe trascender el ámbito de la OMC y situarse dentro de un marco más amplio y complejo que ayude a modificar ciertas estructuras muy fuertes de base.