El equipo de la Facultad tuvo una destacada participación en la Philip C. Jessup International Law Moot Court Competition
El equipo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, conformado por Sofia Buffa, Florencia Mastrorilli, Clara Breccia, Pedro Grijalba Marsans y Lucia Yaryura Tobias, tuvo una destacada participación en la Philip C. Jessup International Law Moot Court Competition que se llevó a cabo virtualmente durante los meses de marzo y abril.
La Jessup es la competencia de derecho internacional más grande del mundo y en ella suelen participar más 600 Universidades de más de 95 países. La Competencia consiste en un simulacro de juicio ante la Corte Internacional de Justicia, llevado a cabo íntegramente en idioma inglés y se encuentra basada en un caso hipotético que versa sobre temas de actualidad internacional y disputas concernientes a distintas temáticas de derecho internacional. Al efecto, los participantes atraviesan una etapa escrita y una etapa oral. En la etapa escrita, los representantes de todas las universidades participantes presentan un memorial y un contra memorial. Luego se realizan rondas orales en las cuales los equipos deben defender sus posturas legales representando a la parte demandante (applicant) o la demandada (respondent), según corresponda, ante distintos tribunales integrados por juristas y especialistas en las áreas pertinentes.
Este año a los equipos participantes les tocó resolver un caso centrado en torno a una pandemia y las consecuencias que genera; sobre temas diplomáticos y consulares; asuntos procedimentales relacionados con la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia; y finalmente, respecto a la responsabilidad internacional en relación con el derribo de un avión.
El equipo de la UBA quedó conformado en septiembre de 2020, luego de dos meses de examinación y selección de candidatos, llevados a cabo por ex-competidores de la Jessup de la UBA y expertos en derecho internacional. “El proceso de selección comenzó en julio, en el momento en que recibí el material para resolver el caso de evaluación”, recuerda Clara, “fue todo un desafío, ya que había mucho material para leer e investigar, no conocía a nadie y estábamos atravesando uno de los momentos más difíciles de la pandemia”.
El proceso consistió en una etapa escrita y en una etapa oral durante los cuales se desarrollaron talleres para interiorizar a los postulantes en la Competencia y en la redacción y la oratoria. “No es fácil, pero tampoco imposible”, asegura Clara, “me acuerdo de la computadora prendida durante los dos meses, con 224 pestañas abiertas, hubo que investigar bastante y sentarse a escribir otro bastante más para luego defender oralmente mis argumentos”. “El proceso de selección, sea cual sea el resultado, es un aprendizaje en sí mismo”, concluye.
Una vez conformado el equipo sus integrantes comenzaron a trabajar en la resolución del caso. “Nunca había tenido una experiencia así dentro de la facultad”, asegura Florencia, “desde el principio estábamos muy entusiasmados por resolver el caso, éramos cinco personas que nunca antes se habían conocido y gracias a la competencia pudimos aprender a trabajar como equipo”.
El equipo fue acompañado por un grupo de docentes y ex-participantes de competencias afines coordinados por Cristian de Fazio y Nicolás Plunkett, ambos ex-participantes de la Jessup. “Asumimos esta responsabilidad en un contexto de mucha incertidumbre, sin saber que podía llegar a pasar en el futuro, pero con la convicción y la energía necesaria para conducir al nuevo equipo de la UBA”, comenta Nicolás. “Sabíamos que las condiciones podían cambiar, pero no así la dificultad de la competencia y desde el primer momento nos avocamos a conformar el mejor equipo posible".
Debido a la pandemia el equipo trabajó de manera virtual, investigando y redactando a distancia, hasta las tres semanas previas a la entrega de los memoriales donde formaron su propia burbuja sanitaria para trabajar presencialmente y afinar los últimos detalles de sus escritos. “No nos habíamos visto nunca en persona, pero nos animamos a encerrarnos por tres semanas para potenciar nuestro trabajo y, por suerte así fue”, menciona Lucia. “De a poquito, compartiendo desayunos, discutiendo para ver quién elegía la música, contando anécdotas y aprendizajes dejamos de ser un equipo para convertirnos en una familia”.
Luego de la entrega de memoriales el equipo tuvo dos meses para prepararse para las rondas globales que comenzaron el 15 de marzo de 2021. Durante estos meses el equipo fue entrenado en técnicas de oratoria con la ayuda de Rafael Sabat, Cristina López y Rita Tineo. “Mientras preparábamos y modificábamos los discursos para las rondas orales la investigación no se detuvo en ningún momento y siempre estuvimos buscando nuevas fuentes jurídicas, nuevos argumentos y nuevas estrategias”, agrega Lucia.
La competencia se realizó virtualmente, en una plataforma creada a imagen y semejanza de un tribunal real, con los jueces presidiendo la sesión y espectadores para observar a los equipos. “La virtualidad nos dio la oportunidad de que mucha gente pueda observar las rondas, y así sentirnos muy acompañados por familiares, amigos y ex-participantes que nos alentaron desde el primer día y fueron un pilar fundamental para el equipo durante todos esos meses”, sostiene Sofía.
La UBA compitió en 10 rondas contra equipos de Australia, Brasil, Chile, China, Colombia, Estados Unidos, Pakistán y Panamá y fueron juzgados por prestigiosos doctrinarios y jueces de renombre internacional. “Cada ronda implicaba una cuota de nervios, felicidad, ansiedad, entusiasmo y muchísima satisfacción”, menciona Sofía. “Simular defender a un Estado ante la Corte Internacional de Justicia, compitiendo y siendo juzgada por académicos y profesionales de todo el mundo es una experiencia que difícilmente pueda poner en palabras”.
El equipo logró pasar a las rondas avanzadas de la Competencia y consagrarse como el mejor equipo de Argentina y uno de los mejores a nivel regional. La UBA obtuvo al premio a uno de los mejores tres memoriales de parte demandada dentro de la competencia y se destacó dentro de los premios Hardy D. Dillard a los mejores memoriales combinados.
“Nuestros tutores estuvieron en todo momento para alentarnos, para corregirnos y para enseñarnos y viendo cómo empezamos, y el resultado final, creo que crecimos muchísimo profesionalmente y como personas”, comenta Lucia. “Jessup es, en definitiva, una familia, un lugar donde uno crea experiencias y momentos con personas increíbles, que duran toda la vida”, asegura Pedro que destaca que, más allá de los resultados, “lo importante es la experiencia de haber trabajado, aprendido y compartido todos estos meses con un grupo humano tan admirable”. “Es una experiencia única que recomiendo muchísimo, porque como me dijeron desde el primer día: Jessup te cambia la vida”, concluye Sofía.