El Dr. Florentino González, precursor de la Cátedra de Derecho Constitucional
El pasado 10 de mayo tuvo lugar un nuevo encuentro del Seminario Permanente sobre la historia de la Facultad de Derecho en el SUM del Instituto Gioja. En esta ocasión, disertó Abelardo Levaggi.
Tras unas palabras introductorias por parte de Tulio Ortiz, tomó la palabra Abelardo Levaggi. En primer término, sostuvo que Florentino González “no fue precursor, fue más que eso; fue el fundador de la cátedra y el primer profesor de Derecho Constitucional que tuvo la Facultad de Derecho”. Luego, contó que González nació en el Virreinato de Nueva Granada actual Colombia en 1805, tuvo una vida muy agitada, intensa y de mucho trabajo. En este marco, se refirió a un biógrafo y contemporáneo suyo, José María Torres Caicedo, quien lo retrataba como “un activo obrero de la civilización que ha sido abogado, profesor, periodista, viajero, ministro de estado, agente diplomático, legislador, orador, historiador y empresario de obras de importancia general para el comercio del mundo”.
Por otra parte, explicó que los colombianos estaban muy divididos en ese entonces entre bolivarianos y santanderistas. Florentino González era santanderista y en su juventud fue acusado de participar en un complot para asesinar a Bolívar. “Él lo negó, pero como consecuencia de eso fue condenado a muerte, de la cual se libró por un indulto y se conmutó la pena de muerte por la pena de prisión”, relató. Agregó luego que una vez recuperada la libertad, emigró a Europa. A su regreso de ese primer viaje a Europa en la década de 1830, se dedicó a la enseñanza de Derecho Constitucional, Ciencia Administrativa y Derecho Internacional en la Universidad de Bogotá. Después de esa década hizo nuevos viajes a Europa, cumplió funciones diplomáticas, fue encargado de negocios de Colombia en Francia y Gran Bretaña y desempeñó también numerosos cargos públicos en la misma Colombia. Más adelante, Levaggi expuso que González fue designado mediador en el conflicto de límites que se había creado entre Perú y Ecuador pero no tuvo éxito en esa función de mediador y pasó a ocupar la legación de Colombia en Santiago de Chile cerca del año 1860. Levaggi señaló que uno de los autores que se ha ocupado de la vida de Florentino González, Duarte French, dice que su estancia en Chile “tuvo todo el apremio, la amargura y la esperanza con que viven su vida los desterrados. Falto en absoluto de recursos económicos, el magro sustento debió derivarlo de una clientela profesional no muy numerosa porque él no era un abogado litigante”. Levaggi, asimismo, expresó que González viviendo en Chile generó relaciones de estrecha amistad con varios argentinos. “Fue así, a raíz de esta relación que trabó con argentinos exiliados en Chile o residentes en este país, que en 1868 se trasladó a la que sería su última residencia, Buenos Aires, atraído por la importancia que tenía la Ciudad y que le prometía posibilidades de desarrollo y de mejora de su condición económica”, desarrolló.