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Año XI - Edición 196 05 de julio de 2012

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Derecho y Psicoanálisis

  • Notas

El 14 de junio se desarrolló en el Salón Verde de nuestra Facultad una disertación en el marco del ciclo de conferencias de filosofía del derecho. En esta ocasión, el tema fue derecho y psicoanálisis y expuso el profesor de la Universidad Nacional del Comahue, Jorge Douglas Price. La actividad fue organizada por la Maestría y el Departamento de Filosofía de Derecho.

A lo largo de toda su exposición el disertante se valió de algunos fragmentos de la obra literaria El Proceso (1925), de Franz Kafka que pese a dejarla inconclusa es hasta la actualidad una pieza de relevancia superlativa en cuanto a lo que hace a la literatura, la filosofía, la psicología, el derecho, entre otros. Lo mismo ocurrió con la película homónima de Orson Welles, que en el año 1962 trajo a la pantalla grande la novela de Kafka.

Inicialmente, Douglas Price afirmó que “no se trata de postular la posibilidad del psicoanálisis del derecho, psiquis tienen las personas, el derecho no es psicoanalizable, los que podemos analizarnos somos nosotros o estos aparatos psíquicos que somos; las instituciones no se psicoanalizan”. Sin embargo, sí es posible observar el modo en que la norma repercute sobre nuestra psiquis. De hecho, en ocasiones dicha repercusión nos puede resultar invisible a los ojos debido a que sólo se limita a actuar sobre nuestro subconsciente. Frente a tal panorama, en la primera etapa de su exposición el orador se encargó de explicar la vinculación existente entre el derecho y el psicoanálisis, mencionando las contribuciones efectuadas por los grandes pensadores del psicoanálisis del siglo pasado.

“Casi toda la filosofía del derecho trabaja sobre el supuesto de que el derecho es un orden seguido de amenazas y que ese derecho funciona como tal y es operativo en la institución de la sociedad porque el temor es la base sobre la que se constituye la sociedad”, describió. En lo relativo a lo antes mencionado explicó que si bien no resulta erróneo sí podría ser tildado de insuficiente.

Para el ponente todo el andamiaje del Estado de derecho surgido de la revolución de la modernidad parece haberse montado sobre la presunción de la inocencia., presunción que es para este revolucionaria y conmovedora. Revolucionaria por la contradicción suprema que imprime a la constitución de la sociedad humana y conmovedora por su ingenuidad. “El repaso de la historia de la humanidad conocida o de la historia conocida de la humanidad es, por el contrario, el repaso de cómo la sociedad se instaura invisiblemente sobre la culpa” y, seguidamente, añadió “la culpa y su derivado la culpabilidad constituyen lo psicológico inescindible de la religión, la moral y el derecho, al punto que podría decirse que sin culpa no habría sociedad”.

Citó un pasaje de la obra de Kafka que dice “alguien debió haber difamado a Josef K. (protagonista), ya que este sin que hubiere hecho nada malo una mañana fue arrestado”. Según Douglas Price, la sutil línea que nos porta del error al terror podría ser la primera crítica de Kafka a la sociedad pequeño burguesa, al Estado moderno. “El imaginario popular se llena de esta idea y, es más, llama kafkianas a estas manifestaciones del poder del Estado moderno”, relató. Por otro lado, el orador manifestó que la sociedad del siglo XX, con sus grandes relatos portadores, su ilusión de progreso puesto en los objetos, transpersonaliza, acaba con el sujeto individual, o cuanto menos lo reduce, lo acorrala. “Así como el sistema taylorista que ha terminado con el artesano, con la obra de autor, haciendo intercambiables autores y personas, el Estado del siglo XX vuelve a cada persona en un supernumerario tan intercambiable como una máquina de la cadena de producción”, explicó.

El proceso de Josef K. es un episodio más de la producción de un sistema que si bien tiene símbolos externos evidentes, policías, jueces, sentencias, oculta su cimiento más fuerte, su más preciado secreto: la culpa. Recordó las palabras de Sor Juana Inés de la Cruz que alguna vez dijo: “Sistemas perversos que acusáis al prójimo sin razón sabiendo que sois la razón de lo mismo que culpáis”. Para el orador la culpabilidad es un subproducto de la culpa y lo que Kafka revela es que la culpabilidad es un resultado del haber imputado la culpa, en tanto que la culpa es una necesidad de la compleja maquinaria construida por la religión judeocristiana al servicio del poder. Sin embargo, esto último se extiende hasta comprender a todas las religiones. “Kafka ha anticipado de un modo más sutil y trágico […] la dificultad de diferenciar al Estado de la mafia”, advirtió Douglas Price.

La pérdida de identificación del Estado como tal, de sus uniformes, es algo que las policías secretas del siglo XX desarrollarán hasta el punto de eliminar el principio ético presuntamente fundante del Estado. El Estado ahora puede valerse de las mismas estratagemas de los sin ley, se esconde, se disfraza, espía, actúa furtivamente, miente, seduce, corrompe. “Notoria es la gama de instituciones que recientemente al amparo de la influencia del benthamismo rampante del imperio hegemónico se adoptan para hacer más eficiente la actividad policial del Estado, agentes encubiertos, recompensas, negociaciones de pena, etc.”, indicó.

Llegado un punto de su exposición se preguntó: ¿pero qué hay si no hay culpa? ¿Puede haber Estado sin culpa? ¿Iglesia sin culpa? ¿Funcionarios sin culpa? ¿Puede haber ley sin culpa?

“Casi toda la filosofía del derecho trabaja sobre el supuesto de que el derecho es un orden seguido de amenazas y que ese derecho funciona como tal y es operativo en la institución de la sociedad porque el temor es la base sobre la que se constituye la sociedad”, expresó Jorge Douglas Price.