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Año XI - Edición 198 30 de agosto de 2012

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Derecho y justicia del cambio climático

  • Notas

En el marco del Programa de Derecho del Cambio Climático de la UBA, el 13 de agosto se realizó en la Salón Azul de la Facultad una conferencia en la cual el expositor fue el profesor Randall S. Abate, de Florida A&M University. Las palabras iniciales estuvieron a cargo del Director Ejecutivo del Programa organizador, Claudio J. Lutzky.

Primeramente, Abate adelantó que regular lo relativo al cambio climático es extremadamente complejo. El cambio climático es un problema internacional pero, aún así, cierto también es que no se trata del único conflicto medioambiental a gran escala que existe en el presente. “Es muy difícil regular un problema medioambiental si aun no existe consenso sobre si el problema realmente está ocurriendo, si el problema representa un gran peligro”, indicó. Hoy en día perdura el argumento que sostiene que en la historia de este planeta han existido ciclos de cambio climático. Esto último, de algún modo, obstaculiza la difusión de los resultados arrojados por aquellas investigaciones científicas que actualmente están revelando que los ciclos de cambio climático en poco y nada se asemejan a lo que ocurre hoy en día. La influencia del ser humano y, especialmente, del fenómeno de la industrialización, han causado fuertes impactos en el comportamiento de nuestro ambiente. Tal vez el ejemplo paradigmático sea el derretimiento acelerado de los cascos polares. También está el caso del aumento de la temperatura de las aguas, lo que provoca huracanes de mayor intensidad. Además, el aumento exponencial de las emisiones de dióxido de carbono acontecido en estos últimos tiempos ha generado que muchas de esas emisiones sean finalmente receptadas por los océanos, los cuales sufren, de este modo, un aumento en la cantidad de ácido carbónico que se haya en sus aguas, lo que consecuentemente repercute de forma negativa sobre las especies que tienen por hábitat natural a estos mismos océanos. Accesoriamente, se refirió a los llamados “refugiados ambientales”, quienes se ven forzados a emigrar a otros puntos del planeta debido a que por razones varias sus hogares se vuelven inhabitables. Por ejemplo, una comunidad asentada sobre una isla, la cual desaparece como consecuencia de un alza en el nivel de los mares.

Por otro lado, remarcó que existen motivaciones políticas que han dificultado la regulación en materia de cambio climático. “Los Estados Unidos han sido el gran problema en la política de cambio climático. Es una de las naciones más industrializadas del globo y ha contribuido significativamente en el problema del cambio climático pero, sin embargo, los Estados Unidos como nación no se siente involucrado en la solución de este problema internacional”, relató. Ante la voluntad de algunos países por acordar a nivel internacional un plan de acción común, comprensiblemente los países en desarrollo se muestran escépticos al observar la reiterada reticencia por parte de los Estados Unidos. China, India y Brasil se preguntan por qué tienen que adoptar programas de reacondicionamiento industrial, cuando los Estados Unidos parecieran ignorar por completo esta temática. Subrayó que “Estados Unidos está influenciando a otros jugadores de peso en la comunidad internacional a no actuar en cuanto a regulación del cambio climático”. Países como China, India y Brasil también cuestionan que sea ahora el momento para introducir regulaciones sobre cambio climático, es decir, cuando los países en vías de desarrollo no han alcanzado aún los niveles de industrialización y tecnificación que puede encontrarse en los países del primer mundo, que sí pudieron desarrollarse sin las obstrucciones propias de las regulaciones.

“Estamos destruyendo el planeta al depender de los combustibles fósiles, y tenemos que iniciar una transición hasta alcanzar una economía verde, necesitamos volcarnos sobre medios alternativos de producción de energía para asegurarnos de que podemos continuar desarrollándonos económicamente y no destruyendo el planeta”, reflexionó Abate.

Comentó también lo que se ha dado a conocer como “mercado del carbón”. Se trata de la comercialización de cuotas de emisión de dióxido de carbono. Se lo conoce también por cap-and-trade y su razón de ser es incentivar la disminución en la emisión de gases de efecto invernadero. Una de las principales críticas a este sistema es que, de algún modo, se reconoce una suerte de derecho a contaminar que, en caso de no hacerse uso del mismo, se puede vender con el propósito de obtener un beneficio pecuniario.

En cuanto a las negociaciones que vienen desarrollándose en las últimas décadas en torno a la problemática del cambio climático lejos están de haber sido exitosas. Los resultados han sido siempre magros, no habiéndose podido lograr verdaderos acuerdos entre las distintas partes involucradas que incidan fuertemente en favor del medio ambiente. Sin embargo, advirtió que una alternativa posible es lograr regionalizar estos conflictos, es decir, alentar acuerdos de voluntades en Europa, en América Latina, en Asia, todos ellos por separado.

Pese a todo, aseguró que en los Estados Unidos se están tomando algunas iniciativas a favor del medio ambiente. Por ejemplo, ciertos estados norteamericanos han adoptados disposiciones que intentan mitigar las causas y efectos del cambio climático. Adicionalmente, muchos individuos se han agrupado con el objeto de adquirir estos derechos, cuotas o créditos de emisión de dióxido de carbono para forzar a los emprendimientos productivos a ajustar sus técnicas industriales a un desarrollo sustentable. “Hay un montón de formas creativas por las cuales entidades por debajo del nivel federal -individuos y estados- pueden hacer mucho para dar solución al problema de cambio climático, y esto es mejor que nada”, resaltó, aunque sostuvo: “la mejor solución pasa por el consenso internacional, pero eso es improbable hoy por hoy”.

“Estados Unidos está influenciando a otros jugadores de peso en la comunidad internacional a no actuar en cuanto a regulación del cambio climático”, subrayó el profesor Randall S. Abate.