Conferencia – “¿Practicó Max Weber la objetividad que predicó?”
El 30 de abril, y luego de haber sido distinguido con el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires, el Dr. Mario Bunge fue invitado a brindar una conferencia titulada “¿Practicó Max Weber la objetividad que predicó?” en el Salón de Usos Múltiples del Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Gioja”.
El Director del Instituto Gioja, Dr. Carlos M. Cárcova tuvo a su cargo la presentación de la actividad. Brevemente indicó que al dedicarse alguien a la epistemología, no sólo conoce criterios científicos generales sino que también acerca de las ciencias particulares, lo cual permite inmiscuirse en las duras discusiones metodológicas que incluyen a las nuevas problemáticas.
Posteriormente, el Dr. Mario Bunge recordó que Max Weber publicó en 1904 un artículo sobre la objetividad en las ciencias sociales, cuya finalidad era deslindar los serios estudios sociológicos de las proclamas ideológicas. Preliminarmente, el trabajo distinguió la ciencia social -descriptiva- de la técnica social -prescriptiva- y consideró que la objetividad, definida como el respeto hacia los hechos sobre los intereses personales, es esencial en la ciencia. La tesis central estaba constituida por el postulado relativo a que las ciencias llamadas culturales tienen en común con las naturales la búsqueda de verdades objetivas. Además, Weber resaltaba la objetividad, neutralidad valorativa e imparcialidad de la ciencia pero, para Bunge, “confundió conceptos diferentes”. Asimismo, el expositor advirtió que afirmar que los científicos sociales deben abstenerse de formular juicios de valor objetivos comporta una restricción de la objetividad, y remarcó que Weber rompió su pretendida objetividad cuando apoyó la continuación de la Primera Guerra Mundial diciendo que "todo el mundo sabe que esta guerra es necesaria para nuestra existencia". Seguidamente, se refirió a la parcialidad y opinó que, contrariamente a lo aseverado por Weber, ella no tiene por qué ser incompatible con la objetividad en tanto “el ser objetivo en la determinación de los hechos no exige aprobarlos ni rehusar a intentar cambiar las condiciones que representan”. La parcialidad debe evitarse sólo cuando interfiera en la búsqueda de la verdad; pero no como motivación de investigaciones fructíferas. Por otra parte, estimó que la novedad del artículo comentado residió en que fue el primer ataque de Weber a la filosofía materialista de la historia. Sin embargo, Bunge explicó que la crítica distó de ser objetiva y respondió que el marxismo se había convertido en la filosofía oficial del Partido Socialdemócrata alemán, cuyo crecimiento alarmaba al autor; “en definitiva, escribió el artículo de marras un Weber no-científico, sino liberal, chauvinista y pro imperialista”. En otro orden de ideas, expresó que para entender la postura del citado sociólogo debe comparárselo con su rival y camarada de armas antisocialista, Emile Durkheim, quién también puso en práctica el realismo gnoseológico, pero expuso la tesis realista de una manera mas clara según la cual "los hechos sociales deben aceptarse como cosas externas a los individuos". “Por ello -continuó- mientras el objetivismo de Durkheim va unido a una ontología tácitamente materialista -en tanto afirmaba la existencia independiente y la prioridad de los entes concretos- y explícitamente globalista, el de Weber es forzado pues en tanto parte de una escuela que tiene entre sus tesis principales la regla metodológica según la cual se hace necesario abordar los hechos espirituales mediante la comprensión o interpretación”. Según Bunge, Weber entendió aquello como adivinar la finalidad del actor. A tal respecto, consideró además que no hay motivos para creer que las personas sean capaces de detectar y analizar hechos macrosociales especulando con lo que ocurre en la mente de los actores, por lo que Weber se contradice cuando preconiza la objetividad y recomienda al mismo tiempo el empleo de aquella técnica.
Por otra parte, sostuvo que la consecuencia gnoseológica de la tesis idealista es que la ciencias sociales son totalmente disyuntas de las naturales, teoría obsoleta ya para la época en que se postuló. De todas formas, reconoció que "los hechos sociales son percibidos y concebidos de manera diferente por actores diferentes, a consecuencia de lo cual se motivan en parte por los procesos mentales, pero las ideas son potentes en la medida en que son materiales; afirmación que rescata lo rescatable de la concepción idealista de la historia”. También manifestó que la combinación del idealismo con el individualismo funcionó como una “anteojera filosófica” que impidió a Weber hacer la sociología de los grandes movimientos de su siglo. Su obra sustantiva fue calificada por Bunge como “muy luminosa e influyente, pese a que incluyó muy pocas investigaciones empíricas”. Finalmente, el Dr. Bunge concluyó diciendo que “Weber fue objetivo en la medida en que no fue fiel a la filosofía idealista que predicó”.