Ciencias tras las rejas: estudios sobre y en la cárcel desde el derecho, la arquitectura y los estudios culturales
Los días 4, 5, 6 y 7 de junio se llevó adelante el ciclo de encuentros titulado "Ciencias tras las rejas: estudios sobre y en la cárcel desde el derecho, la arquitectura y los estudios culturales". El objetivo de las actividades fue reflexionar sobre el encierro y el lugar que ocupa o podría ocupar en la investigación académica. Organizaron en conjunto el DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico), la Dirección de Relaciones Internacionales (Facultad de Derecho), la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA).
El pasado 4 de junio, en el Salón Azul, expusieron María Laura Böhm (Facultad de Derecho, UBA-DAAD), Cynthia Bustelo (Facultad de Filosofía y Letras, UBA), Waldemar Cubilla (IDAES-UNSAM) y Laura Lora (Facultad de Derecho, UBA). Moderó Lucia Dalmas (Facultad de Derecho, UBA).
En primer término, Laura Lora contó que en su tesis doctoral, titulada “La calidad de vida en el instituto de la adopción: perspectiva sociojurídica”, se preguntó qué es lo que subyace en la entrega en guarda con fines de adopción de un niño y advirtió situaciones que tienen que ver con niños que tienen madres detenidas en cárceles, o a su papá o a ambos. “Hasta que terminé la tesis, no pude ver la dimensión penal del tema”, reconoció y expuso que a partir de la película Leonera tomó conocimiento del art. 195 de la ley 24.660, que le da la posibilidad a la madre procesada o con una condena de tipo penal a que tome la decisión de elegir si quiere convivir en el establecimiento penitenciario con su hijo o hija en tanto y en cuanto el niño o niña tenga menos de cuatro años de edad. “Empecé a acercarme a la unidad 31 de Ezeiza para ver cuál era la situación de las mujeres embarazadas y cuántos niños había conviviendo (...) y que los niños encuentran vulnerados todos esos derechos que están establecidos en la Convención Internacional de los Derechos del Niño y todo lo que se propone la ley de protección integral”, desarrolló.
A su turno, Waldemar Cubilla compartió un relato de su experiencia en la cárcel: “Estuve casi diez años preso y conocí distintas cárceles de la provincias de Buenos Aires desde mis 18 años hasta hace 7 años atrás”. Asimismo, expuso: “Mi familia me llevaba libros y eso se notaba en la requisa porque el Servicio Penitenciario no acostumbraba a requisar libros y se notaba cuando yo pedía autorización al jefe del Penal para que me ingresen libros (...), eso empezó en términos sociológicos a generar una distinción entre los presos y vi una oportunidad en eso porque en mi celda los libros me iban ganando espacio”. Además puntualizó que con un grupo de presos mandaron una carta a la Universidad de San Martín solicitando que se garantice el derecho a educación universitaria. La Secretaría de Extensión Universitaria de aquella universidad los visitó y luego se le dio comienzo al Centro Universitario San Martín (CUSAM) en la Unidad Penal N.° 48 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). Él armó la biblioteca “Juan Gelman” que hoy sigue funcionando en la unidad penal.
Por su parte, Cynthia Bustelo disertó a partir de su experiencia como integrante del Programa de Extensión en Cárceles de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Facultad de Filosofía y Letras. “Es un programa que lleva más de diez años en los distintos penales federales de adultos y en los centros de régimen cerrado de la Capital”, señaló y compartió que “nos dedicamos a hacer extensión, docencia y también investigación y tenemos un fuerte componente de visibilización de lo que sucede en términos de arte, expresión y lenguaje y por eso también publicamos revistas”. También enfatizó que “la ley de educación 2006 resulta muy valiosa en nuestro marco de trabajo. Es una ley que supuso espíritu de inclusión, de reparación política y de ampliación de derecho al contemplar el acceso y el derecho a la educación pública que en contextos de encierro fue estratégica”.
Finalmente, María Laura Böhm se refirió al derecho a investigar en contextos de encierro como una extensión del derecho de defensa. “Estamos acostumbrados a trabajar el derecho a ser oído y el derecho de defensa en el campo del proceso penal, que garantizan al acusado poder dar su versión y defenderse frente a las acusaciones que vienen por parte del contexto estatal y concretamente del peso que tiene el Estado sobre el poder punitivo sobre esta persona en términos individuales”, desarrolló. Sin embargo, sostuvo que “el sistema penal en su espacio hegemónico está inspirado y legitimado por demandas sociales pretendidamente consensuadas pero es sustancialmente diseñado desde sus lineamientos macro hasta su pequeña filigrana con apoyo del conocimiento científico y del saber académico que son representantes de intereses ajenos a los propios sujetos involucrados”. En este sentido, señaló que “si el conocimiento se genera ya no solo por parte de quienes están en libertad sino también por parte de quienes viven el encierro, es decir, quien hasta ahora solo era el objeto de estudio se convierte en estudioso de su realidad y coconstructor de ese andamiaje conceptual que explica su propia realidad óntica y jurídico (...), estamos hablando de poner en un rol protagónico a quienes hasta ahora venían teniendo un rol absolutamente marginalizado”.
Los días 5, 6 y 7 de junio el ciclo continuó en otros espacios: en la Sala de Teleconferencia (4to piso), Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo; en la Centro Cultural Paco Urondo, Facultad de Filosofía y Letras; y en el Centro Universitario Devoto (CUD), respectivamente.