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Año VII - Edición 134 13 de noviembre de 2008

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“¿Aún? Actualidad de las miradas marxistas sobre el Derecho y el Estado. De Gramsci a la crítica de Agamben”

  • Notas

El Seminario Permanente en honor a Enrique E. Marí convocó el pasado 27 de octubre en el Salón Rojo de la Facultad a una nueva conferencia titulada “¿Aún? Actualidad de las miradas marxistas sobre el derecho y el Estado. De Gramsci a la crítica a Agamben”, cuyo presentador fue el Dr. Claudio E. Martyniuk. Oficiaron como expositores la profesora de la asignatura Teoría del Estado, Dra. Beatriz Rajland; la autora del libro “Estado y marxismo. Un siglo y medio de debate”, Dra. Mabel Thwaithes Rey; y el autor de la obra “Agamben y el estado de excepción, una mirada marxista”, Dr. Edgardo Logiudice.

Primeramente, el Dr. Claudio E. Martyniuk se refirió a las predicciones de Karl Marx respecto de las crisis financieras que se repiten cíclicamente a los largo de la historia. “Es muy curioso que no podamos tener por Marx un interés sin necesidad de justificarlo”, opinó. En el caso de Enrique Marí, sostuvo que la búsqueda de interrogantes, categorías, enfoques en Marx lo mantuvo atento desde que comenzó a ejercitar el pensamiento.

Luego, la Dra. Beatriz Rajland expresó su admiración por la capacidad y la seguridad con la que Enrique Marí manifestaba sus críticas. En ese sentido, afirmó que “poner a Marx en la Facultad significa una posición ante la vida, la enseñanza, la sociedad”. Respecto a este filósofo, sostuvo que la teoría del Estado que planteó puede encontrarse en el contenido de sus obras, pero no de forma sistemática.

En un marco de análisis de la concepción del Estado en la actualidad destacó que, al ser aquel una expresión de la dominación de clase, su pretendido rol no es producto de su autonomismo, sino que en su esencia representa los intereses de la clase dominante. “Todo pensamiento teórico de peso tiende a conectar con una práctica política con el propósito de mantener y ampliar el poder existente o bien destruirlo para erigir uno nuevo”, indicó, para así sostener que esas posiciones atribuyen poder propio a las instituciones y a los aparatos estatales, y dan el sustento conceptual a la aseveración de que el Estado, ya en la modernidad, es el detentador con carácter monopólico del uso de la fuerza legítima. Sin embargo, entendió que aquel no es un poder impuesto desde fuera a la sociedad, sino un producto de ella, que surge cuando llega a un cierto grado de desarrollo expresado en la división en clases.

“El Estado tiene, para los que trabajamos desde el marxismo, un carácter histórico concreto. Es una dimensión social contemporánea, propia de la modernidad, parte consustancial de estas organizaciones sociales productivas. No hay entonces espacio para una visión neutral del Estado”, subrayó en consecuencia. A continuación, remarcó que la conducción a la desmitificación del Estado constituye el efecto central de la concepción marxista. En este sentido, manifestó que “el Estado surge del seno de la sociedad pero se coloca por encima de ella en un espacio aparte. Eso es lo que le permite enmascararse en la voluntad general, en el interés general, en el bien común”. De esta manera, hizo referencia a la lucha de clases que encuentra lugar en el Estado, cuyo resultado -adicionó- se traducirá en los distintos grados de avance o construcción de contrapoder por parte de las clases subalternas o de fisuras en los intersticios del poder. Finalmente, expresó que “se hace necesario complejizar al máximo la relación entre el Estado y la sociedad civil sin descuidar aspectos que incumben a la lógica interna de aquel”.

A su turno, la Dra. Mabel Thwaithes Rey analizó el avance de la globalización y la concepción neoliberal desde la década de 1980. En esa línea argumental, puntualizó la agudización de las contradicciones planteadas por la reconfiguración neoliberal.

Seguidamente, citó las palabras expresadas en el “Manifiesto comunista” que afirman que “el gobierno del Estado Moderno no es más que una junta o comité que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”. De esta manera, señaló las formas históricas del Estado capitalista, que sintetizó en tres grandes ciclos en el proceso de acumulación capitalista a escala mundial: en primer término, la etapa del capitalismo del laissez faire; en segundo lugar, la etapa del capitalismo tardío, maduro o fordismo, ligado al estado benefactor keynesiano; y, por último, se refirió a la etapa pos fordista y de globalización, correspondiente a la reconfiguración neoliberal del Estado, hoy en crisis.

Por otra parte, distinguió dos paradigmas para dar cuenta del fenómeno estatal. Por un lado, indicó las teorías que apuntan a la afirmación del orden capitalista existente y que tratan de explicarlo, justificarlo y corregirlo. De igual manera, se refirió a la corriente que lo impugnan y apuntan a una construcción alternativa. “Detrás de cada reformulación de la cuestión del Estado en el paradigma marxista está el afán, no sólo de comprender la forma efectiva de la dominación, sino de configurar alternativas viables de cambio social; porque en la compresión de la esencia de la dominación, está insito el diseño de la estrategia viable para su transformación”, agregó.

En un marco de análisis histórico, que involucró a la figura de Lenin y la revolución rusa, opinó que Gramsci realizó un invalorable aporte para desentrañar la complejidad de la dominación burguesa en la sociedad del capitalismo desarrollado.
“No quedan dudas sobre el fin del ciclo histórico dominado por el neoliberalismo y el comienzo de otro cuyos rasgos se irán configurando en los próximos años. Es en este nuevo escenario que se plantea la pertinencia de revisar la cuestión del Estado en el marxismo y donde el aporte de los clásicos se vuelve imprescindible”, aseguró al finalizar su ponencia.

“Cuando nos referimos al marxismo, nos referimos a una tradición de pensamiento que reconoce las luchas de clases a lo largo de la historia”, comenzó el Dr. Edgardo Logiudice. Al relacionar el pensamiento de Agamben con el marxismo, reconoció que, si bien constituyen dos universos conceptuales muy distintos, delatan zonas de intersección en el campo de la ética. De esta manera, dijo que su hipótesis se centra en considerar que lo que Giorgio Agamben denomina Estado de excepción es una forma de la bancarrota del Estado de contractualidad. “Esto es la expulsión de la contrastación de las masas pobres y la inanidad de la representación política para esos sectores, lo cual significa la crisis del Estado de Derecho”, añadió.

Posteriormente, contradijo la premisa de Agamben que sostiene que el derecho contamina a la política, ya que aseveró que es la política de los grandes grupos financieros la que se vale de la normatividad contractual para escindir al universo humano generando cada vez más privilegios, más exclusión, menos igualdad y menos libertad.

Al hacer mención de los paradigmas de los que se vale Agamben para explicar la naturaleza de la forma de gobernar actual, distinguió lo que, en su opinión, constituyen su debilidad y su potencia: “su debilidad consiste en que la explicación no trasciende el límite del paradigma y lo convierte en una esencia histórica; su potencia reside en que, al poner de relieve las semejanzas, abre la puerta para encontrar las diferencias”, resaltó.
Para concluir, remarcó que se hace éticamente obligatorio algún proyecto que cuente con la voluntad humana que re-signifique el núcleo autonómico de la contractualidad frente a la heteronomía de la dominación.