Alimentación sin animales y salud
En el marco del ciclo "Fundamentos y elementos para un derecho animal no especista” del Instituto Gioja, el pasado 4 de septiembre tuvo lugar la conferencia “Alimentación sin animales y salud", a cargo de María Marta Andreatta.
Cabe destacar que la expositora invitada es doctora en Ciencias de la Salud y licenciada en Nutrición por la Universidad Nacional de Córdoba; investigadora adjunta de CONICET en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad; integrante del Comité Editorial de la Revista Latinoamericana de Estudios Críticos Animales; y miembro del Instituto Latinoamericano de ECA. Se ha desempeñado como docente de grado y posgrado en la Facultad de Ciencias Médicas y en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC. Actualmente investiga prácticas alimentarias de la población veg(etari)ana argentina y conocimientos y representaciones de profesionales de la nutrición sobre dietas veg(etari)anas.
“En relación con la pandemia actual por COVID-19 lo que estamos viendo es que se pone el énfasis en cuanto a recursos económicos, humanos y de investigación en todo lo que tiene que ver con la prevención del contagio del virus y el desarrollo de una vacuna, pero es muy poco lo que se está hablando acerca del sistema de producción mundial de alimentos que ha sido caldo de cultivo fundamental para la emergencia de esta enfermedad que es zoonótica”, introdujo Andreatta y señaló que “la hipótesis más fuerte que se maneja sobre la emergencia del COVID-19 es que origina por el contacto entre especies silvestres y el humano, aunque no está de todo definido si los animales domesticados que se destinan a consumo alimentario humano funcionaron en este caso como puente epidemiológico, como ha sucedido con otras zoonosis que resultaron pandemia”.
Seguidamente, puntualizó que informes elaborados por equipos de investigación de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) identifican cuatro impactos principales de la ganadería en el medio ambiente. “Cuando se publicaron estos informes la pandemia por COVID-19 no se había desatado pero claramente estos informes clasifican cuatro impactos fundamentales de la ganadería industrial a nivel ambiental”, detalló. Los impactos son: uso y degradación de tierras fértiles, derroche y contaminación de agua potable, aumento de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) y pérdida de la biodiversidad. En esta línea, expresó que “el 70% de todas las tierras fértiles del planeta se utilizan fundamentalmente para la producción de alimentos dirigidos a engordar animales que después van a ser consumidos por los seres humanos”. Y agregó que “la producción intensiva de alimento para ganado está asociada con distintas formas de degradación de la tierra y esto sucede a expensas de uno de los ecosistemas más vulnerables y más valiosos del planeta, como por ejemplo el Amazonas”.
Asimismo, especificó que “la contaminación y el derroche del agua potable se relacionan no solo con el uso que se le da para dar agua a los animales que se están criando para consumo humano, sino también porque se usa para regar los cultivos destinados a alimentar ganado”. También se usa una gran cantidad de agua para elaborar productos cárnicos y lácteos comparada con la que se necesitaría para producir la misma cantidad de calorías pero en productos vegetales destinados directamente al consumo humano.
Además indicó que los GEI producen un calentamiento porque hacen que quede atrapada en la atmósfera el calor que se produce por la radiación solar en el suelo y aseveró que está estimado que casi el 15% de las emisiones de GEI están directamente relacionadas con la ganadería.
Por otro lado, comentó que distintos grupos de investigación se han dedicado a estimar a partir de datos reales y con la construcción de modelos de dietas alternativas qué pasaría si de pronto la humanidad comiera menos carne o fuera variando su dieta.
En este marco, se refirió a un trabajo publicado en el 2015 por un grupo de investigadores suecos: “Lo que hicieron fue analizar 14 estudios desarrollados a lo largo de una década donde vieron el impacto de 49 escenarios dietarios distintos en la emisión de GEI y el uso de las tierras fértiles para producción alimentaria para ganado”. Y se pudo ver que “las dietas veganas son las que tendrían un mayor impacto positivo tanto a nivel de emisión de GEI como de demanda de tierras fértiles para producción de forrajes”.
Sobre las dietas vegetarianas en relación con la salud humana, comentó que “se viene estudiando desde hace tiempo. No son nuevas las investigaciones que se vienen haciendo desde las ciencias biomédicas en relación con las dietas vegetarianas”. Y planteó: “Desde la década de 1960 fueron cambiando las temáticas de las publicaciones científicas que abordan dietas vegetarianas. En un inicio el interés de los investigadores estaba puesto en ver si las dietas eran nutricionalmente adecuadas y si no provocan déficits de nutrientes”. Pero más tarde, detalló, se reduce la proporción de las investigaciones dedicadas a ver esto y empiezan a aumentar las que se concentran en ver cuáles serían las aplicaciones terapéuticas y a nivel preventivo de las dietas vegetarianas.