Adopción de niños mayores
En el marco del Seminario Permanente de Investigación en Bioética del Instituto Gioja se desarrolló el pasado 26 de septiembre una jornada sobre adopción de niños mayores que contó con la disertación de Sandra Juárez.
En primer término, la expositora resaltó que la familia es siempre el mejor lugar para el crecimiento del niño. En ese sentido, observó que “nos cuesta ponernos en el lugar de los niños porque históricamente la institución no estaba mirada como una institución para los niños, sino para los adultos”. En tal sentido explicó que la institución como protección para los niños es bastante moderna y no ha tenido el mismo desarrollo en todo el mundo.
También comentó su experiencia en el asesoramiento de casos difíciles, con violencia en la familia, adicciones e internación psiquiátrica. Consideró que el sistema de adopción requiere una evaluación apropiada de los postulantes, el conocimiento profundo de las necesidades del niño o adolescente y el seguimiento del proceso de integración familiar. De tal modo, precisó que más allá de las causas que lleven a los postulantes a querer adoptar, no todos los seres humanos tenemos las mismas posibilidades. Además, hizo referencia a la investigación llevada a cabo en el programa de familias especiales, la cual arrojó como resultado que en la década de 1990 solo querían un bebé recién nacido, lo cual ha avanzado y la búsqueda actualmente se encuentra orientada a niños mayores de 5 años.
Como cuestiones inherentes al ejercicio de la protección de derechos en el ámbito judicial, señaló que en muchos juzgados no se declaraba el estado de adoptabilidad del niño porque se pensaba que nadie los iba a querer. Además, estimó necesario trabajar interdisciplinariamente y comprometidamente por las causas de los chicos, como así también opinó que escuchar a los chicos es un desafío porque significa construir un vínculo de confianza. Agregó que si hay chicos que tienen 10 institucionalizaciones distintas, el diálogo con adultos se torna complejo.
Respecto a los padres, advirtió que si bien el deseo es el motor de la adopción, es insuficiente, porque la disponibilidad es lo verdaderamente necesario. En este orden de ideas, aseguró que con los chicos adoptivos hay un proceso natural de manifestación del deseo para ser padre adoptante y de evaluación de la posibilidad de cumplir ese deseo, lo cual hace parecer que el chico viene a cumplir esencialmente ese deseo, pero es una concepción equivocada dado que nuestros hijos no cumplen nuestras expectativas ni los hijos adoptivos vienen a medida. Comentó además que cuanto más dedicados y comprometidos estemos en el proceso, y cuantos más procesos de adopción hayamos acompañado, se podrán detectar dos claves para que pueda darse adecuadamente el proceso de integración familiar: las debilidades y las fortalezas. “Si las debilidades son extremas, tiene que haber un comportamiento ético del que acompaña el proceso y decir lo que se ve”. Así, sostuvo que hay que ser cuidadoso con la verdad, tanto para los niños como para los adultos. En el caso de una pareja, debe confirmarse que los dos se encuentren en el mismo tiempo respecto del deseo y la posibilidad. En cuanto a las fortalezas, remarcó que debe tenerse disponibilidad y flexibilidad.
“Cuando como sociedad no somos capaces de garantizar al chico el derecho a tener una familia, se viola una multiplicidad de derechos”, expresó, agregando que un chico sin familia no puede valerse por sí mismo.
Por último, indicó que falta discutir las prácticas de manera seria, porque no es posible que haya miles de chicos que esperan una familia. En consecuencia, planteó que se avanzó en muchos temas pero el desafío consiste en ver cómo se sigue.
“Cuando como sociedad no somos capaces de garantizar al chico el derecho a tener una familia, se viola una multiplicidad de derechos”, expresó Sandra Juárez.