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Año XII - Edición 224 19 de diciembre de 2013

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Acto de cierre del Seminario Permanente sobre Fraternidad y Justicia

  • Notas

El 29 de noviembre tuvo lugar el Acto de cierre del Seminario Permanente sobre Fraternidad y Justicia en la Sala Vélez Sarsfield de la Facultad de Derecho. Dicho evento fue organizado por el Departamento de Ciencias Sociales. En el mismo, se firmó un acuerdo de cooperación académica entre la Facultad de Derecho de la UBA, la Secretaría de Extensión Universitaria de la UBA, la Facultad de Filosofía de la USAL y el Programa Internacional sobre Democracia, Sociedad y Nuevas Economías (PIDESONE).

En primer término, la Dra. Marta Nesta valoró la actitud fraterna que demostraron tanto participantes como organizadores y consideró que el objetivo de PIDESONE se cumple actualmente. Se refirió al tema de los bienes comunes, cuya privatización fue propiciada a fines de la década del ’60. “Los trabajos presentados y, especialmente, los premiados han tomado en consideración alguno de estos aspectos y los han desarrollado”, señaló Nesta. Citó a Sousa Santos, quien retoma el concepto de línea abisal como metáfora de separación de dos mundos: uno se desenvuelve en el mundo del ser, el espacio de la ley y las instituciones; y del otro lado está el no ser, donde hay usurpación y violencia. Según la experta, este concepto debe ser tenido en cuenta en el tema de los bienes comunes.

A su turno, tomó la palabra el Dr. Juan Francisco Martínez Peria, quien investigó sobre pensamiento afroamericano. El expositor explicó que existe un gran relato sobre la práctica emancipatoria que es bastante eurocéntrico. Propuso sacar a la luz otros movimientos que han sido negados o dejados de lado como, por ejemplo, un género denominado “narrativa de esclavos”. Este género abarca textos de esclavos que, al contar su propia vida, poseen un nivel de teoricidad y criticidad muy importante, pero que han sido banalizados.”Hay un sinnúmero de pensadores que pensaron las cuestiones de la fraternidad, la libertad y la igualdad en una clave muy crítica”, afirmó Martínez Peria. En cuanto a la cuestión de Haití, aseveró que se trata del país más pobre del mundo occidental, pero paradójicamente fue una de las colonias más prósperas, organizada de manera vertical, donde en la cúspide se encontraban los “grandes blancos”, dueños de la tierra. En la base de la pirámide estaban los esclavos. “Estos esclavos tenían una gran práctica de resistencia, en clave de cimarronaje”, manifestó. En este sentido, destacó que la Revolución haitiana está muy marcada por la Revolución francesa. “Considero que la Revolución haitiana tiene una gran autonomía, sin desconocer los íntimos vínculos con la francesa”, aclaró, y agregó que lo interesante es cómo ambas revoluciones chocan y confluyen. Los esclavos contaban con una práctica de rebelión muy activa, aún antes de la Revolución francesa. La mayoría de los que participaron en esta última no tenían en la intención de aplicar sus ideales en las colonias, debido a los beneficios económicos, por un lado, y a que los filósofos ilustrados tenían un discurso fuertemente eurocéntrico, racista y patriarcal. En Haití se produce una fuerte rebelión a partir de 1791 y allí se planteó la universalización de los derechos del hombre. “En la Revolución de Haití se afirma la vocación de entender la fraternidad como la clave central de la libertad y la igualdad. No se entiende la fraternidad como homogeneidad”, concluyó Martínez Peria.

Posteriormente, el Lic. Alejandro Romero, quien analizó cómo se producen los conflictos sobre interpretaciones de la relación entre ética y política, expresó que la izquierda considera que la ética suele estar vinculada con una estructura, ordenando el sistema social y descuida los temas morales personales. En cambio, para los que se consideran de centro, o incluso de derecha, las disfuncionalidades sociales derivan de comportamientos individuales. Para ellos, la racionalidad es individual y sostienen que las cosas funcionarían mejor si todos fuésemos morales. Según Romero, paradójicamente, los militantes de izquierda suelen tratar a los empresarios como si estuviesen movidos por malas intenciones, al mismo tiempo que enarbolan éticas fuertemente moralistas e individualistas. Inversamente, los que creen que las estructuras están dadas naturalmente terminan defendiendo ciertas posiciones como evadir impuestos. Refiriéndose a la categoría de “fraternidad”, Romero indicó que se trata del fundamento ontológico de toda sociabilidad humana, pero no necesariamente constituye un principio de organización o un fin a proseguir. “El principio que organiza la fraternidad se trata de la no reductibilidad de las alteridades (...) somos un conjunto de otros”, afirmó. Enfatizó que pasar de la declaración de la fraternidad a la práctica de la fraternidad implica abrirse a las alteridades, lo que requiere una lógica que recién se está comenzando a entender. Romero manifestó que si la economía se ve desde la fraternidad y la dialéctica reproductiva, es la vida la genera la necesidad de producir ciertos tipos de bienes, a medida de ciertas demandas y ciertos deseos. En cuanto a la situación actual, Romero consideró que la idea de fraternidad es más necesaria que nunca ya que estamos atravesando un momento de “orfandad ecológica”.

En el acto estuvieron presentes Mónica Pinto, Decana de la Facultad de Derecho (UBA); Juan Antonio Seda, Subsecretario de Extensión Universitaria (UBA); Pablo Figueroa, Decano de la Facultad de Filosofía (USAL/Área San Miguel); Cristina Calvo, Directora del Programa Internacional sobre Democracia, Sociedad y Nuevas Economías (PIDESONE) y Enrique Del Percio, Secretario del Departamento de Ciencias Sociales, Facultad de Derecho (UBA).

“El principio que organiza la fraternidad se trata de la no reductibilidad de las alteridades (...) somos un conjunto de otros”, afirmó el Lic. Alejandro Romero.