3) F- EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES
La evaluación apunta a proveer información de base para la formulación de juicios de valor y opiniones, respecto de una situación en particular, En la base de los procesos de evaluación existen criterios que la explican y justifican. La evaluación es una actividad multifacética que incluye distintos tipos de acciones, según se trate el objeto sobre el cual se deberá establecer un juicio de valor o decisión. La intención primaria de la evaluación es poder establecer rigurosos juicios de valor. Es importante marcar que la evaluación no constituye un fin es sí misma, sino que forma parte de la propuesta didáctica de enseñanza, cumpliendo distintas funciones, juzgar los procesos de aprendizaje de los estudiantes así como también las prácticas docentes, dado que no es posible concebir la evaluación de los aprendizajes sin considerar los procesos de enseñanza en los que se enmarcan.
En función de ello, pueden identificarse tres elementos comunes presentes en toda evaluación como actividad sistemática: 1) recolección y análisis de datos (metodología); 2) determinadas valoraciones que sirven de base al proceso en su conjunto (valores, criterios); y 3) un grupo de finalidades específicas que influyen en la provisión de los resultados de la evaluación, así como en la información que ha sido consignada en el desarrollo del proceso (usos de la evaluación).
En suma, la evaluación comprende la elaboración de un juicio de valor a partir de la información recolectada, y en virtud de la finalidad pedagógica propuesta. En este proceso, es necesario el uso de criterios y patrones para determinar en qué medida un objeto es preciso, exacto, eficaz, satisfactorio. El principal desafío consiste, precisamente, en construir criterios que permitan obtener información válida y confiable.
Ahora bien, como institución formal dedicada a la educación, la Universidad debe certificar los aprendizajes de manera que el estudiante pueda seguir avanzando en el sistema de formación. En este sentido, la acreditación se define como la certificación de conocimientos previstos en el curriculum y responde a una necesidad social e interinstitucional. La acreditación forma parte del proceso de evaluación de los aprendizajes, el que, a su vez, no puede estar al margen de los procesos de enseñanza y de aprendizaje que los han generado. De esta manera, la elección del diseño de programas de evaluación y acreditación requiere como condición fundamental ser consistentes con los proyectos de enseñanza.
A partir de esta consistencia se genera, con los programas de evaluación, la posibilidad simultánea de evaluar la enseñanza y la gestión institucional en ese sentido. De aquí la importancia de la definición de estas cuestiones sustanciales que afectan al desempeño de la institución educativa como tal.
Un enfoque integral sobre la enseñanza y la evaluación de los aprendizajes de los estudiantes implica contemplar modalidades de evaluación y regímenes de promoción de los estudiantes basados sobre sistemas de calificación que prevean escalas específicamente determinadas a tal efecto, de acuerdo con los diferentes criterios que existen para su definición (escalas numéricas, conceptuales o descriptivas, entre otras). Por consiguiente, debe entenderse a la evaluación como subsidiaria de las actividades de enseñanza.
En lo que respecta a la construcción de un sistema de calificación se debe adoptar algún criterio en particular ya que ello afecta a la dirección que tome el proceso de evaluación de los aprendizajes. Lo más recomendable está dado por los sistemas de doble calificación que apunte a la complementariedad de:
a) Las calificaciones referidas a los progresos realizados por el estudiante en relación con una norma o estándar previamente establecido, por lo general, en los objetivos del programa de los cursos o ciclos de formación en los cuales se estructuran los planes de estudio y
b) Las calificaciones referidas a los progresos del estudiante contrastados con sus aptitudes individualmente consideradas.
Por consiguiente, la aplicación de los sistemas de calificación tiene un carácter positivo, en el sentido de que debe contemplar el progreso del estudiante ya sea en función de su punto de partida inicial, o bien del estándar previamente establecido. Por ende la calificación debe dar cuenta de lo que el estudiante logró en función de estos dos criterios y no de lo que aún no “sabe”.
Los resultados de las evaluaciones realizadas, y las calificaciones obtenidas por los alumnos, deben estar documentadas oficialmente, es decir, deben registrarse en un libro de actas y computarse cuando se efectúa un promedio general a efecto de certificar el desempeño académico de los estudiantes.
Por otro lado, las actividades de enseñanza deben estar vinculadas estrechamente con el régimen de promoción de los estudiantes que se adopte en la institución. El régimen de promoción tiene una finalidad vinculada con la aprobación de un curso o asignatura en particular, o bien con el egreso o graduación del estudiante de la institución por haber concluido sus estudios de manera satisfactoria.
Asimismo, el régimen de promoción adoptado debe garantizar que no sea promovido el estudiante que:
a) No posee los conocimientos mínimos y básicos, para la prosecución de sus estudios en un curso superior;
b) No ha alcanzado las competencias mínimas que la formación universitaria debe garantizar al individuo en particular y a la sociedad en su conjunto.
En este sentido, la fijación de un régimen de promoción debe basarse sobre algún criterio establecido al respecto o sobre la combinación de algunos de ellos, por ejemplo: sistemas de promoción por calificación promedio; sistema de logros mínimos exigidos; sistema de promoción por examen final; sistema de promoción sin examen final o promoción directa; evaluación de portafolio; entre otros. En cualquier caso el régimen de promoción adoptado por la institución debe:
a) Explicitar las razones que justifican la decisión de promoción o no del estudiante de acuerdo con criterios previamente establecidos y de conocimiento por parte de toda la comunidad educativa y
b) Garantizar la transparencia del procedimiento y del juicio de valor que implica todo proceso de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes.
Al igual que lo mencionado respecto de la selección de las técnicas didácticas, la selección de los regímenes y criterios de promoción mencionados tiene implicaciones sobre la organización de la docencia. Esto se debe a que cada uno de ellos posee diferentes niveles de exigencia acerca de la dedicación que los docentes puedan tener para la evaluación de los aprendizajes de sus alumnos. Cuanto más alta sea la proporción de estudiantes por docente, más dificultoso le resultará al docente evaluar con rigurosidad acerca de los aprendizajes de sus alumnos.