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Año III - Edición 58 04 de noviembre de 2004

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Palabras pronunciadas por el Dr. Eduardo Ángel Russo

  • Colación

Pensando que decir en esta ocasión, recordé una vieja anécdota del físico Michael Faraday. En una oportunidad, el renombrado científico estaba dando una conferencia sobre fenómenos electromagnéticos haciendo una demostración de sus descubrimientos, y cuando terminó se acercó una señora del auditorio y le dijo: “muy interesante, profesor pero para que sirve?” Él contestó: “¿Para qué sirve un niño recién nacido?”. Recordé esto pensando en para qué sirve un graduado. Básicamente hay dos facetas que caracterizan al recién graduado.  Por un lado, es una enorme deuda con la sociedad, con el país que le ha posibilitado recibirse en una de las universidades más prestigiosas y prestigiadas del mundo.  No digo en forma gratuita porque ninguna educación lo es, pero sí muy poco onerosa y esto genera una enorme deuda que tendrán para pagar el resto de su vida.

La otra es una esperanza, la esperanza de que la profesión que hayan elegido se ejerza con dignidad, con solidaridad y con responsabilidad. Esto no es fácil. Es cierto que uno piensa en una profesión como un modo de ganarse la vida. Y esto está bien. Lo que pasa es que hay formas y formas de ganarse la vida, y el esfuerzo que hemos hecho docentes, autoridades y funcionarios para que ustedes estén hoy aquí merece ser correspondido con un trabajo como el que acabo de decir: un trabajo digno. En primer lugar, recuerdo un mandamiento de Eduardo J. Couture, procesalista uruguayo, que decía “Estudia. El derecho vale lo mismo para cualquier actividad, el derecho se renueva día a día y si no estudias cada día serás menos abogado”.  Para eso la Facultad tiene un menú, una oferta de cursos de especialización, de posgrado, de maestría, de doctorado y también la carrera docente, donde pueden iniciar la devolución de lo que han recibido en la especialidad que más les convenga, les interese que más les guste.

De modo que estas palabras de bienvenida a la profesión, son también una invitación. No es una etapa que termina, solamente una etapa que comienza, la de los estudios cuaternarios. Esto es la posibilidad de seguir perfeccionándose, formándose. La facultad tiene las puertas abiertas y recibe, reitero, con un menú muy amplio. Yo sé que para ustedes el de hoy puede parecer un simple tramite. Ustedes se consideran recibidos cuando aprueban la última materia. Eso está bien así. Pero hoy es un día muy significativo, es el día de la fe de bautismo de ustedes. Esto es se los considera integrantes del batallón que deberá luchar por el Derecho. Un filosofo contemporáneo italiano Giorgio Agamben, acaba de publicar un libro que se llama “El estado de excepción” y dice que el Estado de excepción es una característica de esta sociedad pos-moderna globalizada donde se media entre el Estado de Derecho y la violencia. Esto es, vivimos en un régimen donde las leyes y los decretos de excepción empiezan a ser moneda corriente. Acá y en todo el mundo. Una de las formas de luchar por el Derecho es tratar de combatir el Estado de excepción para acercarse al Estado de Derecho y alejarse de la violencia. Violencia que no es solamente la represión física sino las formas de pobreza, las formas de marginación. Por eso esto es una batalla, en sentido figurado, en la que deberán poner las mejores armas. Las que obtuvieron y las que obtendrán en la especialización de Posgrado para lograr vivir en un Estado democrático de derecho.