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Tarea de la Educación Jurídica de Posgrado en la Actual Situación Nacional
Comunicación de Laura Perez Bustamante
Estimado Dr. Ciuro Caldani:
Me complace una vez más su convocatoria a la reflexión científica sobre los problemas más profundos de nuestro quehacer docente. Si bien esto no debiera ser motivo de mención especial, sin embargo, en la vorágine de los tiempos que vivimos, lo más frecuente es perder de vista el camino por el que transitamos y hacia dónde éste nos conduce.
El tema a reflexionar, a la manera de una “tormenta de ideas”, es de significativa entidad puesto que como docente de posgrado es habitual advertir una variedad de intereses a satisfacer en el ámbito de las clases, de los cursos y de la propuesta general de lo que se ofrece.
Dichos intereses a veces son convergentes y otras divergentes, dependiendo en algunos casos del rol que se ocupe (intereses de los docentes o de los alumnos), y en otros, de la estructuración macro del sistema en que se realiza la oferta. Entre los múltiples aspectos del tema que tratamos, vemos, por un lado, el interés generalmente de naturaleza coyuntural que trae el alumnado a las aulas. Esta particularidad se acrecienta a nivel posgrado, donde los colegas llegan habitualmente con la expectativa de que se les brinde la respuesta certera y única a un problema puntual, que es el caso concreto que se les planteó durante el ejercicio profesional, en un marco de frecuentes cambios legislativos y situaciones de emergencia eternas. A ello se suma la falta de costumbre de razonar. De hecho, suelen esperar la respuesta indiscutible a “mi casito” por parte del docente. En casos extremos, pero no aislados, la motivación a la reflexión y al debate es llegada a evaluar por el alumno como una “pérdida de tiempo” y acarrearles el sentimiento de “me voy sin nada en claro”. La expectativa inicial de “yo vine a que me diga la respuesta a este punto” queda insatisfecha en el marco de un planteo de análisis reflexivo.
Esto no significa que docentes y alumnos tengan siempre intereses distintos, también pueden tenerlos comunes, y de hecho así sucede muchas veces; pero la experiencia indica que en la situación actual la coyuntura reina en el interés del alumnado con comodidad, apoyada por el criterio mercantilista, que a la larga adquiere relevancia a veces determinante en la oferta de cursos. Y eso tiene implicancias graves para la formación del educando puesto que lo hace prescindir de la inquietud por manejar el Derecho como herramienta, concentrándose únicamente en la satisfacción del interés de coyuntura, a veces por falta de tiempo, a veces por comodidad. Por otro lado, deriva en que todo aquello que no implique una aplicación posterior directa del conocimiento recibido, quede relegado, cuando no excluido. Y esto es un problema serio puesto que va en desmedro de los conocimientos de vanguardia, de “lo que viene”, así como todo aquello que no se traduzca en una utilización posterior inmediata garantida y redituable, en perjuicio de la formación profesional sólida y completa. Estos dos son problemas importantes para trabajar en orden a mantener o mejorar la calidad académica, cuyos criterios son los orientadores de nuestra actividad docente.
Por eso, a mi entender es función del docente no perder de vista sus objetivos respecto de la construcción de conocimiento que intenta generar en el ámbito de la enseñanza. En otras palabras, tener claro y no olvidar cuál es la función del docente a nivel posgrado y obrar en consecuencia. Ello conllevará tratar las cuestiones de “emergencia” y “coyuntura”, pero también aquellas de formación jurídica profunda, compatible con un nivel de estudios de posgrado. Lo contrario será convertirnos en meros informadores de los últimos acontecimientos legales, o peor aún, en evacuadores de consultas profesionales individuales.
En razón de lo anterior, considero que debiera reforzarse el criterio de obligatoriedad de algunas asignaturas, de manera de morigerar el impacto mercantilista sobre la oferta de cursos, puesto que, si bien los intereses del alumnado –coyunturales o no- deben ser tomados en cuenta seriamente dado que son una muestra de necesidades sociales concretas inmediatas; sin embargo, no son el único elemento de juicio a manejar a la hora de llevar a cabo nuestra labor docente. Insistir en la promoción de la reflexión jurídica de los temas que se tratan, pese al esfuerzo que ello conlleva por el alto nivel de resistencia que se presenta en muchas oportunidades; despertar el interés en las implicancias sociales del uso del derecho; e incentivar las asignaturas vinculadas a la filosofía, la reflexión y la vanguardia, mediante su promoción y su obligatoriedad en su caso, son a mi entender, formas genuinas de avanzar en la solución de algunos de los problemas que aquejan a la labor docente en la actualidad.
Sin otro particular, lo saluda con la más distinguida consideración
Laura Perez Bustamante.